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Acuerdo de Escazú: Sus implicancias y el por qué Paraguay no debe ratificarlo

El Acuerdo de Escazú se refiere al "Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe".

Por Pablo Cristaldo


Para los gobiernos de la región y para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU, quien fungirá como Secretaría del Acuerdo, se trata de un "Acuerdo histórico", "innovador", "visionario", "sin precedentes" y "para prevenir conflictos". Un "instrumento jurídico vinculante" y "pionero en materia de protección ambiental", "único en el mundo"; "el primer tratado sobre asuntos ambientales de la región y el primero en el mundo que incluye disposiciones sobre los defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales"; para "lograr que las decisiones se adopten de manera informada, participativa e inclusiva y mejorar la rendición de cuentas, la transparencia y la buena gobernanza"; y sus principales beneficiarios son en particular "los grupos y comunidades más vulnerables".


El Acuerdo manifiesta que entre sus Principios están el de igualdad, de no discriminación, de transparencia, de rendición de cuentas, de no regresión, de progreso y de buena fe; el principio preventivo, precautorio, de equidad intergeneracional, de máxima publicidad, de soberanía permanente de los Estados sobre sus recursos naturales, de igualdad soberana de los Estados y el principio pro persona (Artículo 3).


Es un Acuerdo entre los gobiernos de América Latina y El Caribe cuyo objetivo supuestamente es garantizar "los derechos de acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales, así como la creación y el fortalecimiento de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo sostenible" (Artículo 1).


Los gobiernos de la región caracterizados por la opacidad en la información sobre todo la que protege el lucro, la impunidad y la corrupción de las grandes corporaciones, garantizarán ahora con este Acuerdo que habrá total transparencia y entrega de la información ambiental, la cual no existe, y si existe no tienen los mecanismos ni la voluntad para entregarla, y si los tienen hacen lo imposible por hacer la inaccesible o costosa. De igual manera, este requerimiento viola la soberanía de cada país, que a simple vista parece defenderla. Esta imposición de la ONU y la CEPAL busca que Organismos y Tribunales Internacionales y sus ONG ́s tengan supremacía sobre cada Estado y sus Instituciones, al delegarles su soberanía reconociendo inmunidades a los defensores del medio ambiente y los derechos humanos, que sabemos no siempre son objetivos en sus reclamos.


Paraguay es una Nación Libre, Democrática y Soberana, y no existe necesidad que el Poder Ejecutivo y la Cámara de Senadores se comprometan ante instancias regionales e Internacionales para delegarles la administración de nuestros recursos naturales y minerales preciosos. No debemos aceptar la excusa de que el agua es un derecho básico humano, para quitarnos la propiedad del Acuífero Guaraní y beneficiar a la Comunidad Internacional, dejando a Paraguay, sin agua en poco tiempo.


Tampoco es bueno aceptar cualquier sistema de vigilancia regional que permita la injerencia directa de ajenos a una nación para gobernarla.


En virtud a este punto también debemos ser cautelosos con las ONG's, que habitualmente solicitan información y financiamiento del Gobierno (dinero público) para sus campañas, programas, viajes, etc., sin ninguna justificación o razones de cómo se utilizarán los datos y los recursos. Se debe rechazar la supremacía de estas organizaciones en asuntos públicos. No se debe desviar el presupuesto de salud, educación y obras públicas, recursos financieros para mantener organizaciones sociales (ONG ́s) que buscan ideologizar a los jóvenes en asuntos que no guardan relación alguna con cuestiones ambientales.


Además, este tipo de Tratados guardan en letras pequeñas la creación de motivos para introducir disposiciones que velen por los intereses de ONG's adheridas a la agenda de la diversidad de género, cuya insurrección resultaría en recibir sanciones internacionales que van en contra de la Constitución Nacional de este país.


Como sabemos, las promesas de vivir en un medio ambiente sano y el desarrollo sostenible prometido desde hace 3 décadas nunca fueron llevadas a cabo. La devastación de los territorios y la violación a los derechos de la naturaleza hacen de este Acuerdo uno más del montón, lleno de letras vacías. Si queremos resultados positivos en la administración de nuestros recursos naturales, no necesitamos que organizaciones de doble intención obtengan más poder que el debido. Nosotros mismos, como ciudadanos, estamos facultados por las leyes a exigir a las autoridades mayor rigurosidad contra los abusos en los que se pueda incurrir para perjudicar nuestro medio ambiente. Si Paraguay debe regirse por disposiciones internacionales, los tratados deben hacerse íntegramente en función a la soberanía nacional y al bienestar de todos. Incurrir en elaborar textos ambiguos a modo de responder alineamientos que atenten contra las libertades individuales y nacionales, con el pretexto de "aportar" al progreso es, desde cualquier punto de vista, desleal y caprichoso.


Finalmente, la conciencia que debemos tener en preservar eficazmente el medio ambiente no proviene de esfuerzos de organizaciones, o tratados; viene del núcleo familiar. El amor hacia la naturaleza y el deseo de una mejor calidad de vida no debe repercutir en un simple activismo, debe ser un modo de vida adquirido y trasmitido, una manera de pensar, una doctrina de vida. Comprender que no tenemos otro lugar en donde vivir es algo inherente a nuestro valor personal, y no podemos esperar que sectores ideologizados o politizados nos digan que nuestro planeta debe ser cuidado, justamente para evitar que dentro de toda esa retórica tengamos que tragarnos basura ideológica o política que no sirve de nada.


Como dijo Charles Spurgeon: "De buenas intenciones está empedrado el camino hacia el Infierno".

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