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Aprenda a dimensionar cuan piadoso es Dios con usted

“Ten piedad de mí, oh Dios”. Salmo 51:1.

Foto: Louis Hansel. Instagram: @louishnsl.

Cuando Carey estaba padeciendo de una grave enfermedad, se le preguntó lo siguiente: “Si esta enfermedad resultase fatal, ¿qué versículo elegiría Ud. Como texto para el sermón de su entierro?”


Carey replicó: ¡Oh!, una criatura pecadora como yo es indigna de que se diga algo de ella; pero si el sermón de entierro debe predicarse, deseo que esté basado en estas palabras: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones”.


Con el mismo espíritu de humildad, dispuso, en su última voluntad, que esta inscripción, y nada más, se grabase en su lápida sepulcral:


William Carey, nació el 17 de agosto de 1761.

Murió “Un miserable, pobre y desvalido gusano. En tus afectuosos brazos me entrego".


Sólo sobre la base de la libre gracia pueden los santos más experimentados y más estimados acercarse a su Dios. Los buques vacíos flotan en la superficie del agua, pero los muy cargados están hundidos en el agua. Los que meramente profesan ser cristianos se vanaglorian, pero los verdaderos Hijos de Dios le piden que tenga piedad de su inutilidad. Necesitamos que Dios tenga piedad de nuestras buenas obras, de nuestras oraciones, de nuestras predicaciones, de nuestras limosnas y de nuestras cosas más sagradas. La sangre no sólo fue rociada en los postes y dinteles de las Habitaciones de Israel, sino en el santuario, en el propiciatorio y en el altar, porque, como el pecado se introduce aun en nuestras cosas más sagradas, nos es necesario tener la sangre de Jesús para purificarlas de la contaminación. Si la misericordia nos es necesaria en el cumplimiento de nuestros deberes ¿qué diremos de nuestros pecados? ¡Cuán grato es recordar que la inagotable misericordia está dispuesta a mostrarse benigna hacia nosotros, recreando nuestros huesos abatidos!


Charles Spurgeon – Lecturas Matutinas.



LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA

La práctica de la piedad en la enfermedad - Lewis Bayly

«La piedad para todo aprovecha», nos dice el apóstol en 1 Timoteo 4:8. Y cuando se trata de la enfermedad y de nuestros últimos días, la piedad en esto no es la excepción. Podría considerarse como algo impensable y casi imposible ejercer de manera piadosa en una condición tan triste, tan lamentable y tan dolorosa. Pero indudablemente todo está en contra de dicha consideración. Surgiría, pues, la siguiente pregunta: «Si no es así, ¿Cómo entonces debemos andar de manera piadosa en tal condición lúgubre?» Y en este escrito tenemos la respuesta a dicha interrogante. En este, Bayly nos proporciona una guía práctica de cómo conducirnos piadosamente desde el momento en que la enfermedad nos atrapa hasta el momento en que la enfermedad nos mata, proporcionando una gran cantidad de meditaciones, consejos, advertencias, consolaciones, instrucciones y oraciones para hacerlo. Y hace esto de una forma totalmente enternecedora y sumamente bíblica. Por el cual, el cristiano podrá sacar el máximo provecho espiritual cuando se encuentre en esta condición de enfermedad, y lo llevará a prepararse de manera adecuada cuando llegue también a su tiempo final en esta tierra. Amazon.com


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