top of page

Considera el maltrato que Cristo soportó por amor

Updated: Jun 5

| Gerson Morey

Esta reflexión nos invita a fijar nuestra mirada en Jesús, a considerar su sufrimiento y a encontrar en Él la fuerza para perseverar.

Imagen de Paul KIm. / Pixabay.

El autor de Hebreos nos hace un llamado a considerar a Cristo, quien sufrió una violenta oposición por parte de los seres humanos al ser llevado a la cruz:


Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón (12:1-3).


Este pasaje dirige nuestra atención hacia el rechazo, el maltrato y la resistencia de los seres humanos contra Cristo, cuando era llevado al Calvario. Mientras observamos al Señor siendo oprimido y maltratado, los creyentes podemos ser animados. Por eso continúa diciendo «para que no se cansen ni se desanimen en su corazón» (12:3). Es decir, el remedio para el desánimo y el agotamiento es una mirada de fe, una mirada al Salvador siendo objeto de rechazo y maltrato. Es en esa mirada, dice el autor, que recibimos ánimo, fuerzas y esperanza. Antes de tirar la toalla una y otra vez, recibimos vigor al contemplar al Señor de gloria.


La sensación de debilidad, desánimo, agotamiento y desesperanza es cambiada por confianza en el Cristo sufriente precisamente cuando lo contemplamos sufriendo. Cristo fue a ese lugar de desolación, maltrato, dolor y terror. Él entró de manera consciente y voluntaria a esa hora de tormento, ruina y tortura.


Esto es admirable y conmovedor porque el mismo Dios que entregó a los hombres a su maldad y vileza (Ro 1:24, 26, 28), lo hizo sabiendo que un día Él mismo probaría esa maldad y vileza de parte de los hombres. Ese mismo Dios, que en Su juicio entregó a los hombres a la crueldad e impiedad, también saboreó la impiedad y crueldad humana. Allí fue ejecutado vilmente. La oscuridad lo rodeó, los hombres lo humillaron y la ira divina lo atravesó. Fue abandonado por el Padre en esa hora terrible e interminable. Por eso clamó: «¿Por qué me has abandonado?».


Estaba solo. Fue una clase de agonía, una angustia y una soledad sin precedentes. Una clase de terror que adquiere una dimensión única cuando consideramos que quien gritaba, agonizaba y colgaba en la cruz era el Hijo de Dios.


Piensa en esto por un momento: No hubo una mano amiga, ni un hombro donde llorar, ni un abrazo de consuelo, ni palabras de ánimo. Así estaba Él. Hundido, arruinado y abandonado por completo.


Un tormento y sufrimiento que ningún creyente saboreará. Nuestro ánimo no desmayará, sino que recibirá fuerzas del mismo Cristo que contemplamos, quien no nos abandona y que mora en nosotros.


Tenemos un glorioso Salvador. Él es fuente de ánimo, fuerza y esperanza, sobre todo en días de desmayo. Consideremos, miremos y contemplemos, mis hermanos, a Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra Sí mismo, para que nuestro ánimo no se canse hasta desmayar.



LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA

Dioses que fallan | Timothy Keller

Éxito. Amor verdadero. La vida que siempre has querido. Son los ideales de nuestra cultura. Algunos hacen carteleras de sueños, otros solo los tienen presentes en la mente. Invertimos nuestras vidas tratando de conseguirlos, haciendo sacrificios, creyendo que en ellos está la clave de la felicidad. Hemos puesto nuestra esperanza en ellos, pero no nos llenan. Con razón nos sentimos perdidos, solos, desencantados y resentidos.

En Dioses que fallan, Timothy Keller nos ayuda a diagnosticar el problema de nuestro corazón y, de manera sobrecogedora, nos dirige a la única solución. Solo hay un Dios que puede satisfacer plenamente nuestros anhelos más profundos, y ahora es el momento perfecto para reencontrarnos con Él o, tal vez, para conocerlo por primera vez.




4 views0 comments
bottom of page