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Creso de Lidia: el rey más rico de la antigüedad

Un personaje entre el mito y la realidad que sucumbió al poder del imperio persa. Creso hizo de Lidia el reino más poderoso de Oriente Próximo, hasta su conquista por Ciro de Persia en 546 a.C.

Solón ante Creso durante su visita a Sardes, por Gerrit van Honthorst / es.wikipedia.org

La relación entre mito e historia de la Antigüedad es tan estrecha que, a pesar de las menciones que los autores hicieron sobre algunos hechos y personajes, cuesta diferenciar cuándo estamos ante una realidad y cuándo ante una invención. Cuando la arqueología no puede sacarnos de dudas, no queda otra que acercarse con precaución a la tradición literaria. En ese espacio entre la historia y la leyenda se mueve Creso, el último rey de Lidia.


El reino de Lidia El rey lidio es mencionado por autores clásicos como Heródoto, Plutarco, Jenofonte o el poeta Baquílides. De estas fuentes sacamos nuestro conocimiento acerca de la vida de Creso, en la que se dieron situaciones inverosímiles mezcladas con otras que se toman por históricas. Unas y otras sirvieron para aleccionar sobre filosofía, con temas como la felicidad, la fidelidad, el deseo, la soberbia o la ambición. De entre las afirmaciones históricas tenemos que Creso reinó en Lidia entre el año 560 y el 546 a. C. Lidia fue uno de los reinos más ricos de la Antigüedad. Su cronología abarca desde el año 1200 a. C. hasta el final del reinado de Creso. Cuenta con tres dinastías de reyes. Las dos primeras, los Tantálidos y los Heráclidas, generan dudas acerca de su historicidad. A la tercera dinastía, los Mérmnadas, perteneció Creso. Esta dinastía vivió el apogeo de Lidia, que llegó a extenderse por casi la totalidad de la actual Turquía, desde las ciudades jonias asomadas al Egeo hasta el río Halys, frontera este del reino lidio que lo separaba de los persas, con la ciudad de Sardes como capital del reino.


¿De verdad era tan rico? Lidia era por entonces una potencia económica. Tan próspera y rica se considera, que se atribuye a la dinastía de Creso la invención de la moneda en el Mediterráneo antiguo. Consistían en una especie de pepitas de oro o electrum, una aleación natural de oro y plata, que eran acuñadas con símbolos como el toro y el león. En el aspecto de la riqueza coinciden tanto la tradición literaria como la arqueología. Heródoto cuenta una descripción muy detallada de una enorme ofrenda que Creso realizó al templo del dios Apolo en Delfos: 117 lingotes de oro, cuatro cuernos de oro puro, la estatua de un león de 260 kilos de oro puro, cuatro vasijas de plata, jofainas de plata, collares, ceñidores y dos enormes cráteras de oro y de plata con capacidad para almacenar 11 000 litros. La descripción de Heródoto nos pone en alerta y sería lógico pensar que se trata de una exageración inventada. Sin embargo, distintas expediciones arqueológicas llevadas a cabo en Sardes parecen confirmar que la riqueza de Lidia no es un mito. Han descubierto refinerías donde se acuñaban las monedas y, aunque las tumbas de los reyes fueron saqueadas durante la Antigüedad, hemos podido recuperar un ajuar funerario en la ciudad de Usak, al este de Sardes, cuyas dimensiones nos hacen ver el nivel de riqueza del que gozaban en la antigua Lidia. Más de 360 objetos componen el llamado “tesoro de Creso”, aunque sabemos que perteneció a una princesa lidia. Parece que de oro, plata y piedras preciosas iban sobrados en Lidia, así como de una avanzada y fina técnica artesanal para elaborar los más elegantes y suntuosos objetos.


Derrota contra Ciro y los persas Sin embargo, Creso no se conformaba con su posición privilegiada. Quiso más y le costó caro. Según cuenta Heródoto, Creso se planteó atacar al poderoso imperio persa. Para ello, acudió al oráculo de Delfos y allí preguntó sobre su suerte si atacaba. El oráculo le contestó que, si cruzaba el río Halys, la frontera entre Lidia y Persia, un gran imperio sería destruido. Una gran respuesta para comprobar si eres una persona positiva o negativa. Creso fue de los primeros y, además, con tamaño tesoro como ofrenda a Apolo, seguro que gozaba de su favor. Pero se equivocó. El gran imperio destruido fue Lidia. Creso y su ejército fueron derrotados en la batalla de Timbrea en el año 546 a. C. por las fuerzas persas de Ciro II el Grande, que se hizo con el control de Asia Menor.


El final de Creso

No tenemos certezas sobre cómo terminó la campaña para Creso. Sobre su final se han escrito sucesos que sí parecen responder a leyendas y mitos que, como suele ser habitual, cuentan con varias versiones. Hay quien sostiene que Creso murió durante la guerra. Otros dicen que Ciro lo condenó a morir en la hoguera en un pasaje famoso que cuenta con sus propias variaciones: fue perdonado por el emperador persa y lo tomó como consejero, o una lluvia enviada por Apolo apagó la pira en la que iba a morir. Sea como fuere, el nombre de este rey siguió resonando entre muchos autores de la Antigüedad y épocas posteriores, inspirando leyendas como la del rey Midas, historias moralistas y aleccionadoras que evocan a un pasado legendario y sumamente rico.


Con información de: muyhistoria.es / historia.nationalgeographic.com.es

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