"Soy un fracaso", "nadie me quiere", "nadie me dará una oportunidad", son algunas de las tantas frases tóxicas que decimos a menudo cuando creemos que todo nos sale mal. Te contaré en este texto cómo corregir tus pensamientos, tu actitud y tus acciones para que, definitivamente, salgas de la mala racha.
Por Pablo Cristaldo
No podemos negar que la vida se compone de altibajos, no siempre suceden cosas que nos agradan, y por lapsos de tiempo podemos creer que la "suerte" está en contra nuestra. Podemos estar en un momento difícil, en la búsqueda desesperada por un empleo, alguna materia complicada que no podemos pasar, algún problema de socialización que no sabemos cómo erradicar. Simplemente podemos creer que esa "puerta" que queremos abrir, se mantendrá cerrada para nosotros por siempre.
Afortunadamente no es cuestión de suerte (al menos no del todo). Algunas cosas dependen exclusivamente de nosotros para que sucedan, y no dependen de factores externos que nos estorben, por muy significativos que creamos que son.
Considero que se necesitan de tres cosas para abandonar la "mufa" y llegar a buen puerto en eso que emprendemos y que "no se da": Humildad, Evaluación, y Perseverancia.
Humildad: Es vital contar con esta cualidad, muy característica de gente exitosa. La humildad nos permite tener un panorama claro de nosotros mismos y nos conduce hacia una actitud correcta respecto a cualquier defecto, mala actitud, mal pensamiento, o mal accionar que podamos sufrir. Muy a menudo la gran mayoría de "pesimistas" se estancan en este punto, y no pueden avanzar, hundiéndose más en la autocompasión y en la mediocridad.
Evaluación: Luego de la humildad, debemos proceder a evaluarnos exhaustivamente, de qué manera hemos estado fallando y estudiar el método para destruir todo impedimento de nosotros mismos, mejorar esa actitud, pensamiento o acción que nos conduce al sentido contrario de nuestros objetivos. La introspección es, bajo todo punto de vista, beneficioso para nosotros.
Perseverancia: Una vez que hemos sido humildes en reconocer nuestra falla, hemos identificado nuestro problema y hemos determinado el método para superarlo, debemos ser perseverantes en llevar a cabo ese procedimiento. Resta decir que ante la falta de perseverancia, cualquier esfuerzo por mejorar y "limpiar el terreno" será inútil. La perseverancia debe ser nuestro modo de vida en cualquier cosa positiva que tengamos en frente.
Si somos conscientes del peligro que representa para nosotros el no querer aplicar estos principios, es natural que nuestra "mala racha" sea nuestro pan diario, y realmente no deseamos tal cosa. Mas allá de la depresión, la ansiedad o cualquier otro diagnóstico, no se concibe el hecho de que estos principios sean vistos como indignos de ser meticulosamente obedecidos. Al contrario, a cualquier persona que se le pregunte con sinceridad, tendrá mucha estima en estos tres elementos, aunque en su vida no se vean reflejadas estas realidades. Dios nos dotó de consciencia natural acerca del bien y del mal, por lo tanto, la falta de aplicación o sus razones para no llevar a cabo estos pasos serán mera excusa.
Si tu deseo es salir de la "mala racha", aunque sí, debemos ser conscientes de la fortuna que también juega un papel en la vida, no debemos olvidar que el éxito es el aprovechamiento óptimo de esos momentos afortunados, que sí o sí, tendremos. Para lo demás, sólo nos basta ser humildes, conscientes, determinados y perseverantes.