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Descansando en la soberanía y el amparo de Dios

Por Diego Falcón


Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación (2 Corintios 1:3-5).

Imagen: Multimedia de Wix.

Aquí encontramos a un apóstol Pablo alabando a Dios en medio de sus dificultades. Se habían levantado opositores que cuestionaban su credencial como apóstol de Cristo, además de atribuirle intenciones ocultas o deshonrosa a la colecta que estaba organizando para los creyentes en Judea (2 Corintios 8:20-21). También sus opositores argumentaban que padecía demasiados sufrimientos para ser un apóstol de Cristo.


En medio de toda esa situación el apóstol exalta al que es digno de toda gloria, declarando estas palabras maravillosas: " Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo " . Esta declaración marca el tono de su adoración describiendo la relación entre Jehová y Jesús, y también la relación entre Jesús y su pueblo, la palabra "Señor", designa, declara, expresa y manifiesta el dominio absoluto que tiene sobre su pueblo, es decir los cristianos, los que sin fingimiento han decidido seguirlo.


Armoniosamente junto con la soberanía de Dios, el apóstol declara que Dios es " Padre de misericordias y Dios de toda consolación ". El seguidor de Cristo puede descansar sobre esta gran promesa, debe aprender a vivir no por emociones, pero si por convicción, debe fortalecer su esperanza y depender de la soberanía y del amparo de Dios para con sus hijos.


El apóstol Pablo no ve obstáculos en sus dificultades o en sus tribulaciones, más bien, el ve oportunidad, oportunidad para ver el obrar de Dios en su vida, consolándole en sus adversidades. Y como resultado de su propia experiencia al recibir consolación de parte de Dios, él podrá consolar mejor a los demás, a los que también están atravesando por grandes dificultades y adversidades.


Pablo cierra su adoración declarando las aflicciones de Cristo, no las aflicciones para expiar los pecados, más bien, se refieren a las aflicciones que Cristo soportó por su fidelidad a Dios y por amor a las personas.


Podemos concluir que uno de los propósitos de Dios cuando los cristianos sufren, es que vean una " oportunidad para no quejarse ", más bien, que vean como una oportunidad para sentarse en primera fila y ver el obrar sobrenatural y salvífico del Dios soberano y omnipotente, en esta promesa podemos descansar y también así poder ayudar a los demás en sus adversidades consolando sus corazones.



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