top of page

Edad Media: La sociedad europea de la época y sus secretos "un tanto" repugnantes

Reinos, lujos, castillos, caballeros, doncellas, excentricidades y demás, caracterizan a la sociedad de la Edad Media, sin embargo, encierran algunas costumbres sanitarias no muy acordes al nivel que, hoy, supondríamos que vivían.

En las ciudades medievales, las casas estaban unidas unas a otras y no tenían agua corriente. Las calles eran muy estrechas, oscuras y con humedad. No había alcantarillado, por eso solían echar los desperdicios por las ventanas, todo ello traía un sinfín de enfermedades.

En las casas no habían baños, solo los tenían los más ricos o los reyes. Durante esta época, la gente no se bañaba, lo común era bañarse una o dos veces al año y si lo mandaba el médico. Normalmente, el baño se hacía en el mes de mayo, donde toda la familia se bañaba, pero...¡con la misma agua! Los baños se tomaban en una bañera enorme llena de agua caliente. El primero en bañarse era el padre, luego los hombres de la casa por orden de edad, es decir el abuelo, los hermanos y después las mujeres también por orden de edad, y al final los niños y bebés. La mayoría de las bodas se celebraban en el mes de junio, ya que como el primer baño del año se tomaba en mayo, en junio el olor de las personas aún era soportable. Pero como algunos olores ya eran molestos, las novias llevaban ramos de flores al lado de su cuerpo para camuflar el mal olor. Así nace mayo como el mes de las novias y la tradición del ramo de novia es de la Edad Media.

Se dice que la gente no usaba el abanico para aliviar el calor, sino para disimular el mal olor corporal, por eso los vestidos y las ropas eran tan pesadas, así se contenía el olor porque no se lavaban. Solo los nobles tenían sirvientes que les abanicaban.

La gente comía con las manos, solo tenían platos los más ricos. En los banquetes se cortaba una hogaza de pan duro y se usaba como plato, encima del pan se ponía la carne en el centro. Cuando acababa el banquete, se remojaba el pan en la salsa y se entregaba a los pobres.

Mucha gente moría por las enfermedades causadas por la falta de higiene, una de ellas era la peste. Era tan elevado el número de muertos que no tenían sitio suficiente para todos, por eso los ataúdes los abrían, quitaban los huesos de los cadáveres y así metían a otros. A veces, cuando los abrían, se daban cuenta de que el difunto había sido enterrado vivo, porque el ataúd había sido arañado. Por eso en esa época, surgió la idea de poner un hilo en la muñeca del difunto, pasarlo por un agujero del ataúd y atarlo a una campanilla sobre la tierra. Así, si la persona estaba viva solo tenía que tirar del hilo, sonaría la campanilla y así sería desenterrado, ya que una persona estaba al lado del ataúd durante unos días. De este hecho tan curioso surge la expresión “salvados por la campana” que seguro habremos usado alguna vez.

El baño en la Edad Media era prácticamente inexistente, lo que para la época actual nos parece algo casi imposible. Sin embargo, en la antigüedad las personas no tenían esa costumbre higiénica, algunas temían enfermar e incluso quedar embarazadas por compartir los baños públicos. De la época romana, cuando los baños y la higiene personal eran algo esencial, no quedó ningún recuerdo y para la Edad Media la higiene no se contemplaba en absoluto. Los baños estaban reservados a unos pocos. Tan solo la nobleza y la gente adinerada podía darse el lujo de gozar de ese privilegio. Para el resto de las personas existían los baños públicos, pero estos eran mal vistos, sobre todo por la Iglesia, ya que se relacionaban con la prostitución. Allí se juntaban hombres y mujeres desnudos para bañarse en tinas de madera y algunos de estos locales se convertían, más tarde, en burdeles. En aquellos tiempos, Francia era una de las capitales que contaba con más cantidad de baños, a pesar de la fama que más adelante adquirieron por el olor que presuntamente tenían los franceses del Medievo.

Para poder tomar un baño en la Edad Media había que esperar que el dueño del establecimiento lo anunciara con una trompeta. Allí entonces, la gente acudía semidesnuda y se acomodaba en los diferentes bancos. Había masajistas que aplicaban ungüentos y barberos que arreglaban la barba y el pelo. Algunos médicos de la época eran partidarios de los baños regulares, ya que eso mantenía a las infecciones alejadas, pero muchos otros eran verdaderos detractores. Un insigne médico de esos años, Averroes, llegó a afirmar que, en los baños públicos, una señorita había quedado embarazada sin haber tenido relación sexual ninguna, tan solo por haber compartido el agua del baño con otros hombres. Durante la peste, por el año 1450, los médicos reclamaron que se prohibieran todos los baños, ya que la peste se propagaría a través de las aguas. Llegaron a afirmar que la capa de suciedad protegería a las personas.

Fuente: okdiario.com


10 views0 comments
bottom of page