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El bullying: Un mal que debilita a un país

El bullying: Un mal que llevamos por dentro. El acoso o bullying sigue siendo un grave problema que se debe desarraigar. Es una realidad que puede afectar a todo el alumnado, siendo inclusive cada vez más complicado conforme progresa la edad de los estudiantes y también conforme aparecen las nuevas tecnologías. Esta relación es explicada a continuación.

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Por: Fátima Calderini

El mal relacionamiento entre los alumnos se inicia cuando unos desempeñan el papel de agresor y otros, el de víctimas frecuentes. A nivel mundial, son diversos los esfuerzos para detener el fenómeno del bullying o ciberbullying en las instituciones educativas. Este interés persiste por los constantes resultados de las investigaciones por parte de los expertos en cuanto a las graves consecuencias sobre la salud física y emocional de aquellos que son blanco de todo tipo de agresión por parte de compañeros de la misma institución.

Dentro de las comunidades educativas en general, los abusos físicos y/o psicológicos en ocasiones pasan inadvertidos por los educadores e incluso por los mismos padres o responsables. Esto permite que los abusadores sigan actuando con libertad y de forma repetida con actos abusivos que provocan graves consecuencias en la conducta de la víctima como, por ejemplo: miedo, baja autoestima, bajo rendimiento académico, ansiedad o depresión, llevándolos inclusive hasta la autoeliminación.

El gran dilema es que los docentes o cercanos de la víctima no entienden la magnitud de esta problemática, incluso hay veces que minimizan la situación y creen que solo son “juegos de niños” o “así son los jóvenes”. Y al empequeñecer esta situación por supuesto que no se busca la correspondiente prevención.

Por otra parte, el abusado no cuenta abiertamente la situación por la que está atravesando y lamentablemente tarde o temprano se presentan las consecuencias, y algunas de ellas irremediables que se podrían haber evitado si se tomaba en serio este hecho y se buscaba a tiempo una determinante solución.

Por eso, es de suma importancia que en el ámbito educativo no se evada este tipo de situaciones. Asimismo, es preciso trabajar en soluciones e implementar en lo posible programas de intervención y prevención en el aula para que se pueda poner fin a todo tipo de abuso entre el alumnado. El bullying es un fenómeno vigente al que es necesario intervenir de manera intencional y bien planificada.

Los padres, encargados o tutores también deberían prestar más atención y observar los cambios de humor y conducta de los jóvenes y/o niños. Juntos podemos identificar y finalizar con los hechos de violencia, tanto física como psicológica.

Uno de los métodos que podrían ser efectivos a la hora de detectar comportamientos abusivos de algunos compañeros de clase sobre otros, valiéndonos de las tecnologías disponibles, es instalar cámaras de vigilancia en las aulas, áreas comunes y en el predio de la institución, de modo tal que cuando se presenten estas desafortunadas actitudes, se pueda tener la verdad de primera mano, y que las sanciones sean adecuadamente severas para quienes incurran en el acoso in situ.

Esto, obviamente, debe ser reforzado con otros reglamentos como la obligatoriedad del uso del uniforme de la institución, ya que facilitará la identificación del alumno abusador dentro y fuera del recinto educativo.

Hay que ser claros en esto: La escuela o colegio no tiene la obligación moral sobre ningún alumno, ni tampoco está obligado a formar al alumno en todos sus valores más allá de lo que concierne a lo académico; pero a juzgar por la pésima formación moral que el niño o adolescente recibe en su hogar, no queda mucho por hacer más que tomar las medidas que correspondan a desatinos en el comportamiento. Se deberá hacer posible un lugar donde pueda ser trasladado y educado en función a la gravedad de la situación, salvaguardando la integridad de los que han recibido el acoso. Es importante ser inflexible, puesto que ceder es empeorar la situación del alumno abusador.

Respecto al ciberbullying, no hay tantos secretos. Personalmente creo que un niño, de cierta edad, no debe ser propietario de ningún teléfono celular, ni mucho menos acceder a Internet o las redes sociales sin supervisión. Cierto pensador dijo alguna vez: “Si no eres capaz de dejar a tu hijo cruzar una carretera de 20 carriles solo, tampoco debes dejarlo navegar en la Internet sólo. Corre el mismo peligro”. La web está repleta de información dañina, contactos y mensajes llenos de odio, y malas intenciones por doquier. Ciertamente es una potente herramienta en las manos correctas, pero francamente esas no son las manos de un adolescente sin control.

Muy por el contrario, a lo que la pedagogía o la psicología convencional propone, la solución radica en obstruir cualquier detonante que el niño o adolescente pueda disponer, sea este abusador o abusado. Esto debido a que habitualmente se hace creer que el problema son los factores externos, cuando esto es una total falacia. El problema es el corazón mismo del ser humano, que no duda en buscar y encontrar el momento propicio para exteriorizar su intrínseco odio hacia los preceptos de amor, igualdad y cordialidad, al igual que la inclinación en privarnos de toda esperanza por una mejoría en nuestra vida, en el caso de los abusados. Y ni hablar de las consecuencias de albergar pensamientos negativos para un adolescente que aún está aprendiendo a lidiar con sus emociones.

Hay que tomar en serio este asunto, y ser responsables, con la verdad, aunque nos duela. Inculcar valores y nunca dar por hecho que somos esencialmente buenos, porque simplemente eso no es verdad. El bullying es lo que llevamos por dentro como seres humanos, y quienes están en contra de este problema, simplemente tuvieron la gracia de comprender aún a consta de su propia naturaleza.


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