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El invento del globo aerostático

Los hermanos Montgolfier fueron los primeros en hacer volar un globo. El 4 de junio de 1783, el globo aerostático realizó su primer viaje, de dos kilómetros de longitud y 10 minutos de duración, ante la presencia de un grupo de dignatarios de los Estados Particulares en Annonay, Francia.

Imagen ilustrativa / kawsayballoons.com

Una multitud se agolpaba en el jardín de las Tullerías. Un globo de nueve metros de altura comenzaba a elevarse hacia el cielo de París. Una cesta de mimbre colgaba bajo el artefacto de tela y papel. En su interior, Jacques Charles y Nicolas-Louis Robert saludaron a la tensa multitud que ahogaba un grito y aguantaban en el pecho corazones desbocados. Corría el año 1783 y el ser humano lograba volar por primera vez en la historia.

“Nada podrá igualar aquel momento de hilaridad total que me invadió el cuerpo en el momento de despegar. Me sentí como si estuviera volando lejos de la Tierra y de todos sus problemas para siempre. No fue simple deleite. Fue una especie de éxtasis físico”.

Así lo contó el propio Jacques Charles, protagonista de uno de los momentos más destacados de la historia de la humanidad, que vio cómo se cumplía el viejo sueño de poder volar. Aquel maravilloso espectáculo y el éxito del viaje fueron la culminación de varios experimentos previos hasta la invención del globo aerostático por parte de los hermanos Montgolfier y las modificaciones de Charles y Nicolas-Louis Robert.


La ''carrera espacial'' del siglo XVIII Joseph Montgolfier nació en 1740 y cinco años después vino al mundo su hermano Jacques-Étienne. Eran hijos de un fabricante de papel que gozaba de una posición privilegiada en Annonay, al sur de Lyon. Se criaron en un contexto científico en el que varios autores empezaron a teorizar sobre las propiedades del aire. Los hermanos se mostraron interesados por este tipo de experimentos y comprobaron que el aire caliente pesa menos que el atmosférico, por tanto, podían llenar un globo de aire caliente para que se elevara.

En el verano de 1783, los hermanos Montgolfier hicieron volar un globo de papel y tela en la plaza mayor de Annonay. El tamaño del objeto volador era considerable, pues fue sujetado por varios hombres que, una vez soltaron las cuerdas, el globo ascendió hasta recorrer unos dos kilómetros volando mientras los hermanos recibían sonoros aplausos.

El espectáculo no pasó desapercibido y pronto se extendieron las noticias sobre el experimento del globo volador. El profesor Jacques Charles y su ayudante Nicolas-Louis Robert añadieron innovaciones al modelo de los hermanos Montgolfier. Hacía un par de décadas que se había descubierto el hidrógeno, un elemento diez veces más liviano que el aire atmosférico, por lo que Charles y Robert lo utilizaron para mejorar las prestaciones ofrecidas por el aire caliente para elevar un globo.

Las demostraciones públicas se sucedieron en Francia en una carrera por ver quién se convertía en la primera persona en pilotar un “navegador aerostático”. Jacques y su ayudante congregaron a miles de curiosos en el Campo de Marte parisino en agosto de 1783, cuando tuvo lugar un vuelo en el que un globo recorrió 20 kilómetros y se mantuvo en el aire hasta 45 minutos. El recorrido fue tan largo que el globo se desplazó hasta Gonesse, un municipio al norte de París. Allí fue a aterrizar el globo y un grupo de campesinos, asustados por el extraño objeto que llegaba volando hasta sus tierras, tiraron piedras, dispararon y destrozaron con sus azadas y cuchillos el experimento de Charles.

En septiembre fue el turno de los hermanos Montgolfier. Cada vez realizaban sus experimentos en lugares más emblemáticos y ante la presencia de un mayor número de espectadores. Delante del palacio de Versalles y con Luis XVI y María Antonieta como testigos, un globo se elevó 500 metros con una oveja, un gallo y un pato como pasajeros. Al igual que se hiciera durante la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, los animales fueron utilizados primero para comprobar la viabilidad de salir con vida del vuelo.

El 21 de noviembre, Pilâtre de Rozier y el marqués de Arlandes se atrevieron a subir a un globo y se convirtieron en los primeros aeronautas de la historia. Con un globo azul y dorado que seguía el modelo de los hermanos Montgolfier, sobrevolaron la ciudad de París durante más de veinte minutos.

Poco después tuvo lugar el acontecimiento narrado al inicio de este artículo. Charles y Robert pasaron a la historia como las primeras personas en tripular un globo aerostático, pues Rozier y el marqués no podían controlar su globo, sino que dependían del viento y a punto estuvieron de chocar contra el tejado de algunas casas durante su vuelo. En cambio, Charles y Robert utilizaron sacos de arena para regular la altitud, soltando lastre cuando lo veían oportuno.


¿Un invento inútil? Los vuelos en globo ganaron una popularidad incomparable en todo Europa. A finales del año siguiente, en 1784, la cifra de ascensos en globo realizados en todo el continente rondaba los 200. En 1785, Jean Pierre Blanchard y John Jeffries cruzaron el canal de la Mancha. Una gesta que intentó replicar unos meses después el propio Rozier, pero una ráfaga de viento hizo de la aventura una tragedia. Rozier no solo fue el primer aeronauta de la historia, sino que también fue la primera víctima de un accidente aéreo. Varios accidentes mortales hicieron que la locura por los vuelos en globo se fuera calmando. Además, como ha pasado con varios inventos y sueños cumplidos a lo largo de la historia de la humanidad, se había logrado volar, ¿y ahora qué? Por supuesto no faltaron propuestas para un uso militar, así como algunos más creativos vieron la ciudad del futuro muy cercana con un servicio postal que se moviera en globo. Sin embargo, el globo aerostático hoy día ha quedado con un uso casi exclusivo para el turismo, en elevaciones controladas y viajes cortos para disfrutar del paisaje desde las alturas. La última de las hazañas sucedió en 1999, cuando los pilotos Brian Jones y Vertrand Piccard dieron la vuelta al mundo en globo sin hacer escalas.


Con información de: muyhistoria.es / agenciasinc.es

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