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La gran depresión: la moda de vestirse con sacos de harina

Durante la década de 1930, la pobreza en los Estados Unidos impedía que muchas familias compren telas, ropas o pañales. Debido al estado de pobreza, los sacos de harina se convirtieron en la solución que encontraron algunas mujeres para vestir a sus hijos y a sí mismas.

La Gran Depresión sumió a las familias de Estados Unidos en un estado de pobreza inimaginable.

En la época de la gran crisis económica, muchos utilizaron los sacos de harina entre otros alimentos para confeccionar prendas, cortinas, etc. Cuando los fabricantes de sacos descubrieron este uso, decidieron hacerlos con diseños y colores para que resultaran más atractivos.


Una crisis mundial “Miss Caroline parecía no darse cuenta de que los andrajosos alumnos de la primera clase, con camisas de trapo y faldas de tela de saco, muchos de los cuales habían cortado algodón y cebado puercos desde que supieron andar, eran inmunes a la literatura de imaginación”. Este pasaje se puede leer en “Matar a un ruiseñor”, la afamada novela de Harper Lee en la que se refleja gran parte de la realidad que estamos contando en este artículo.

La reutilización de la ropa es uno de los recursos más extendidos en las familias para ahorrar. En el caso de la Gran Depresión, durante la década de 1930, la reutilización afectó a las prendas y a las propias telas para confeccionar ropas.

El Martes Negro se desplomó la bolsa de Wall Street y la crisis financiera que derivó del conocido Crack del 29 afectó a casi todos los países del mundo durante una década aproximadamente.

Esta Gran Depresión en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, se saldó con hasta un 25% de desempleo en Estados Unidos. Ante una situación extrema, la creatividad humana se pone a funcionar azotada por la imparable necesidad de subsistir. De esta forma, ante las escasas oportunidades de comprar telas o prendas nuevas, las familias estadounidenses aprovecharon la tela de algodón empleada en los sacos de harina, patatas, piensos y otros productos.


Del remedio a la moda En zonas rurales y más pobres de EE.UU. y su país vecino Canadá, esta práctica ya se había puesto en marcha desde el siglo XIX, utilizando otros materiales como la arpillera. La harina, las patatas y los piensos especialmente se introducían en barriles de madera, pero para rebajar costos se cambiaron a las bolsas de algodón, más barato, y esto permitió el reciclaje para elaborar toallas, edredones, etc. Mientras esta práctica permaneció como una solución para una minoría pobre, los resultados eran prendas y demás confecciones de color blanco en las que se podían ver el logo de las empresas que vendían sus productos en esos sacos reutilizados. Sin embargo, a medida que estas telas pasaron a formar parte de la “moda” de más familias, los fabricantes empezaron a añadir estampados con diseños y colores.

Además de ofrecer unas telas que permitían confecciones más atractivas, la idea resultó un éxito comercial. Los productos que se vendían en sacos de algodón se promocionaban con sus bonitos diseños a fin de vender más. Los diseños fueron cada vez mejores, pasaron a motivos que pudieran aprovecharse para prendas concretas dedicadas a niños o a mayores. Walt Disney colaboró con una marca de harina para comerciar sacos estampados con ilustraciones de “Alicia en el País de las Maravillas” y el conejo que llegaba tarde. Se añadieron instrucciones y patrones para facilitar la elaboración de prendas.

El remedio se hizo tan popular que dejó de ser algo a ocultar para convertirse en un orgullo patriótico y, finalmente, hasta un icono cultural. Se organizaron concursos de prendas confeccionadas con sacos. Algunas de las piezas ganadoras lucen hoy día expuestas en museos de Estados Unidos.

Marilyn Monroe posando con un vestido hecho con un saco de patatas. Cinemanía.

En 1951, Marilyn Monroe posó con un vestido hecho con un saco de patatas, uno de los mayores homenajes que se hayan hecho a esta solución originada de la necesidad.

En los 60, las fábricas de alimentos, en especial de harina, sustituyeron sus envases de algodón por los más económicos de papel, y una tradición que se había mantenido pese a la mejora de las condiciones de vida se acabó definitivamente.


Con informaciones de: muyhistoria.es / elcorreo.com


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