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La homosexualidad es una "atracción", no una condición humana, según estudios

Según la Asociación Americana de Psicología (APA, por su acrónimo en inglés), la orientación sexual es una "atracción emocional, romántica, sexual o afectiva duradera hacia otros. Se distingue fácilmente de otros componentes de la sexualidad que incluyen sexo biológico, identidad sexual (el sentido psicológico de ser hombre o mujer) y el rol social del sexo (respeto de las normas culturales de conducta femenina y masculina)".

Por Pablo Cristaldo


Por mucho tiempo se pensaba que la homosexualidad era una condición del ser humano. Según un comunicado de la APA (American Psychological Asociation, en inglés), un ente serio, neutral y vigente, de prestigio en los EE.UU., la orientación sexual no es más que una "atracción". Siendo muy distinto a verdaderas condiciones del ser humano, como son el sexo, la raza o las discapacidades, la orientación sexual no corresponde a esta categoría. Bajo la premisa de la lucha por la igualdad, en función a verdaderas condiciones humanas, se emprendieron válidas y loables luchas reivindicatorias, como ser la abolición de la esclavitud, la eliminación de la segregación racial, los derechos de la mujer y su protección, los derechos y protección de las personas con capacidades diferentes, etc. Ahora, nos toca reconocer los "derechos" del colectivo LGBTI+ y que, con intensa demagogia pretenden insertar en la sociedad. Debemos reconocer que esto es una falacia, ya que no podemos categorizar a los homosexuales dentro de lo que conocemos como condiciones humanas o limitantes. La raza, el sexo o las capacidades diferentes son condiciones inherentes del ser humano que uno no elige, se nace. Uno no elige ser hombre o mujer, tampoco se elige ser blanco o negro, o tener Síndrome de Down. Y yendo aún más lejos, uno ya es hombre o mujer incluso antes de nacer, y aún después de la muerte, eso no se puede cambiar. Basta con tomar una muestra de nuestro cuerpo para determinar nuestro sexo según el ADN, aunque mutilemos cualquier miembro sano que nos moleste.

Esto, obviamente, trasciende lo religioso o lo político; ni siquiera es cuestión de opinión personal, es ciencia. El sexo de nacimiento es inmutable antes, durante y después de la vida. Uno puede decir, a la luz de todo esto, que, al igual que existen "orientaciones sexuales", también pueden existir "orientaciones musicales" u "orientaciones gastronómicas". Si a alguien no le gustan las pastas, no es "pastafóbico". Si a alguien no le gustan los hombres, no es homofóbico, o si a alguien no le gustan los Beatles, no es "Beatlefóbico". Los gustos, preferencias o atracciones personales no pueden, ni deben ser protegidos, ni promovidos, ni regulados por la ley (salvo los gustos o preferencias que signifiquen un delito, como la pedofilia o perversiones similares), porque estas preferencias pertenecen al ámbito íntimo y privado del ser humano. Cada quien tiene todo el derecho de vivir como mejor le parece, para bien o para mal, en su completa y soberana privacidad, pero no es correcto equiparar la intimidad personal con características inherentes equivalentes al sexo de nacimiento, o la raza. Muchos discursos escuchamos por ahí, proclamando que la lucha por los derechos LGBTI+ son la punta de lanza del progreso, incluso la vinculan con lo científico, relación que, ya sabemos, es inconcebible. Por eso, el gran filósofo griego Sófocles decía: "La verdad puede más que la razón". La verdad puede ser corroborada, comprobada, sin embargo, los gustos son simple gustos que escapan a la verdad absoluta, y la orientación sexual es un gusto, no una verdad. Así que, la premisa de equiparar la orientación sexual con una condición humana no opcional es un débil e inconsistente castillo de naipes que cae por sí mismo. Conviene llamar a cada cosa por su nombre, y redimir a las futuras generaciones del engaño de la "identidad de género" como factor a tener en cuenta por las leyes de una nación. No podemos sacrificar una de las pocas cosas que protegen a los seres humanos de la locura y el exterminio, como son las leyes, y no tenemos la obligación de comulgar con un reducido colectivo que intenta ofender nuestro sentido común con premisas falsas y carentes de consistencia.

Por otra parte, conviene además volcar todos nuestros esfuerzos por reivindicar los derechos de los vulnerables de verdad: de los profesionales sin trabajo, de las niñas abusadas, de los jóvenes que desean vivir en un país sin drogas, de los casos jurídicos sin resolver, de las víctimas de violencia intrafamiliar, de las víctimas de corrupción, y de un sinfín de causas dejadas atrás.

No nos confundamos más; hay asuntos más importantes que tratar.

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