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La transformación en Cristo

Updated: Apr 20

| Por Diego Falcón

Esta reflexión nos invita a contemplar la profundidad del sacrificio de Jesucristo y su significado para nuestras vidas como creyentes.

Foto de Nicholas Safran. / Unsplash.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5: 17-21).


La frase "si alguno" es una promesa para cualquier persona, no importa la raza, lengua, nación, nivel de escolaridad y social, condición física, etc. "Si alguno está en Cristo" es una declaración breve, pero profunda de la importancia e inagotable redención del creyente, la redención incluye: 1) los creyentes están seguros en Cristo, porque Cristo llevó en Su cuerpo el justo juicio de Dios; 2) la aceptación del creyente verdadero en Aquel en quien solo Dios tiene complacencia; 3) la seguridad futura del creyente en Aquel quien es la resurrección y la vida; 4) los creyentes participan en la naturaleza divina de Cristo ( 2 Pedro 1: 4).


Todas las personas que están en Cristo son "nuevas criaturas", esto es, los que están en Cristo fueron regenerados, han nacido de nuevo, han sido perdonados, sus pecados fueron borrados por causa de la muerte sustitutoria de Cristo. Implica un cambio radical en la vida de la persona, una renovación evidente de su ser. Todo esto solo es posible por la obra redentora de Cristo en la cruz, solo de esa manera el verdadero creyente recibe una nueva vida en Cristo Jesús.


Un ejemplo concreto de esta transformación se puede ver en la vida de personas como el apóstol Pablo, quien antes de su encuentro con Cristo era un perseguidor de la iglesia, una persona que "repiraba amenazas y muerte contra los discípulos del Señor" , pero después de su conversión fue un apasionado seguidor de Jesús y dedicó su vida a predicar el evangelio que antes resistía.


Una persona que está en Cristo es una nueva criatura, y como consecuencia "las cosas viejas pasaron". Esto es, todo lo que había capturado su corazón, su mente, sus afectos y devoción, prioridades, creencias, amores, planes, etc. Ahora, la persona que está en Cristo vive en la cultura del Reino y no para las cosas temporales, su nueva naturaleza lo hace consciente que debe vivir para Su Dios, para la gloria de Aquel que lo ha tomado como soldado, por eso "las cosas han sido hechas nuevas", para que Dios tome el control total del creyente.


"Todo esto procede de Dios", todo lo relacionado con la conversión de una persona, su cambio, la vida transformada y su condición en Cristo son hechos por un Dios Soberano, Sabio, Eterno, Santo, Santo, Santo. Los creyentes antes de Cristo estaban "muertos en sus delitos y pecados" ( Efesios 2: 1), es Él quien acepta, es Su Santo Espíritu quien convence de pecado, justicia y juicio. Los pecadores por sí mismos no podían decidir participar en estas nuevas realidades, es Él quien da vida espiritual, es Él quien reconcilió con Él mismo a las personas por medio de Cristo. Esta realidad debe llevar al creyente a proclamar el evangelio de la reconciliación a otros, es un privilegio que los creyentes sirvan a los no creyentes proclamando las buenas nuevas para que se reconcilien con Dios.


Aunque Jesús estaba siendo tratado como si fuera un enemigo de Dios, Él no lo era. Aun cuando Jesús estaba siendo castigado como si fuera un pecador, Él llevó a cabo el servicio más santo que ha sido ofrecido para Dios el Padre. Es algo extraordinario observar la cruz y los padecimientos de Cristo y encontrarnos con esta expresión que declara una realidad absoluta: "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo". Dios diseñó el plan salvífico entregando a su Único Hijo, no tomando en cuenta los pecados del hombre. Jesús fue el único sacrificio aceptable y perfecto, solo Cristo, su sacrificio, reconcilió a aquellos que han creído y a los que han de creer serán reconciliados.


Cada hijo de Dios es un mensajero que representa al Rey y Señor Eterno con las buenas nuevas, con el evangelio. A medida que los creyentes proclaman el Evangelio: Dios habla, y literalmente hace un llamado al arrepentimiento, ruega a los incrédulos y pecadores a aceptar el Evangelio de reconciliación. Es por eso que, cada mensajero de Dios ruega a los oyentes, a los que están en enemistad con el Soberano, a que se "reconcilien con Dios".


Dios el Padre trató a Cristo como si fuera culpable de todos los pecados cometidos por todos los que habrían de creer, aunque no había cometido ni uno solo. La ira de Dios se agotó en Él y se cumplió el requisito justo de la ley de Dios para aquellos por quienes murió.


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