Con la sola mención de su nombre, Lavrenti Beria ya inspiraba terror entre sus compatriotas. Fue el jefe de la policía política de Stalin, el NKVD, durante 15 años, en los que la represión y el asesinato estaban a la orden del día. ¿Es posible que el hombre brillante que puso las bases para el desarrollo económico y tecnológico de la URSS fuera el mismo hombre que organizara arrestos y ejecuciones masivas para el régimen, y que incluso el propio Stalin lo definiera como el "Himmler soviético"?
Lavrenti Beria es una de las figuras más oscuras de un gobierno ya de por sí muy opaco y que sigue suscitando, a día de hoy, acalorados debates en la propia Rusia. Sus más firmes opositores y las víctimas del régimen estalinista lo han convertido en un símbolo de la represión, aunque, al mismo tiempo, Beria logró que la Unión Soviética obtuviera la bomba atómica en 1949, creó el principal centro educativo y científico soviético ubicado en Siberia e impulsó proyectos de investigación que permitirían a la URSS lanzar al primer hombre al espacio.
Tras la Revolución bolchevique de 1917, en Rusia llegó al poder gente de lo más variopinta. Revolucionarios analfabetos compartían los cargos clave con figuras de elevado nivel intelectual, aunque no siempre con títulos, como sí es el caso de Lavrenti Beria. Escondido detrás de sus gafas redondas, con una temprana calvicie y expresión severa, Beria parecía un hombre amable que esbozaba siempre una tímida sonrisa. Pero tras aquella apariencia anodina se escondía alguien con un corazón de hierro que ejerció sin ningún tipo de escrúpulos de lugarteniente de Stalin de forma tan efectiva como un reloj suizo.
Hasta los 39 años, Beria pasó la mayor parte de su vida en el Cáucaso, una región donde, además de revolucionarios y contrarrevolucionarios, había movimientos separatistas y religiosos apoyados por Turquía, Inglaterra y Alemania. Para llegar a la cumbre tuvo que hacer equilibrios entre muchas fuerzas opuestas, e incluso llegó a colaborar con los servicios secretos de cuatro gobiernos extranjeros. Finalmente, en 1920 se convirtió en agente secreto y se unió a la Cheka, la primera policía política de la URSS. En aquella época, estalló una revuelta bolchevique en Georgia, donde tanto el Ejército Rojo como la Cheka tuvieron una importante participación.
Beria era georgiano, como Stalin, y su rápido ascenso dentro del Partido Comunista se explica por su gran afinidad con el dictador. Como oficial de la Cheka en Georgia, Beria colaboró entre 1920 y 1924 en la los mencheviques georgianos, la facción moderada del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, entre 1920 y 1924, y además participó en la ejecución de diez mil "enemigos del pueblo" entre los personajes más destacados del país. Condecorado con la Orden de la Bandera Roja se convirtió en el jefe de la "división político-secreta" de la GPU Transcaucásica (la policía política). La llamada Gran Purga vivió su momento álgido alrededor de 1934, y sirvió para que cientos de miles de miembros del Partido Comunista Soviético, socialistas, anarquistas y opositores fueran perseguidos, juzgados y, finalmente, desterrados, encarcelados o ejecutados en los gulags. Por su parte, a Beria esta política de terror le sirvió para saldar cuentas con los disidentes georgianos y demostrar su "valía" en la región Transcaucásica. En junio de 1937, en un discurso dirigido a sus compatriotas, declaró: "Que nuestros enemigos sepan que cualquiera que levante la mano contra la voluntad del pueblo, y contra la voluntad del Partido de Lenin y Stalin será aplastado y destruido sin misericordia".
La purga permitió a Beria destacar ante Stalin, quien en 1938 lo colocó al frente de la policía política de la URSS, que desde 1922 era la NKVD, encargada de perseguir a la disidencia. Su antecesor, Nikolái Yezhov, había llevado a la muerte a cientos de miles de rusos. Pero poco después de abandonar el puesto, el propio Yezhov fue purgado. Así, en un cargo con una esperanza de vida muy corta, Beria se convirtió a través de sus intrigas y halagos en el torturador favorito y más longevo de Stalin. En aquella tarea no estaba solo. Su llegada al NKVD coincidió con la enésima purga dentro de ese organismo y en el Ejército Rojo, y Beria completó los puestos ejecutivos vacantes con algunos tenebrosos personajes, llegados casi todos ellos del Cáucaso.
En aquella época se acuñó la expresión "irse a tomar un café con Beria", eufemismo que entre el Ejército Rojo significaba detener y ejecutar a algún alto mando. Beria fue el arquitecto de la expansión de una red de más de 500 campos de trabajos forzados que se distribuyeron por toda la URSS, los terribles gulags. En palabras de Anton Antonov-Ovseyenko, historiador y prisionero en uno de aquellos gulags durante trece años: "Los gulags existían antes de Beria, pero fue él quien industrializó el sistema gulag".
En el sangriento currículum de Beria se encuentra la conocida masacre del bosque de Katyn, el asesinato en masa de los prisioneros de guerra polacos que tuvo lugar en 1940. En un informe enviado a Stalin, sugería que "aquellos soldados eran una amenaza para el nuevo régimen soviético en Polonia y debían ser ejecutados". Veintidós mil hombres fueron fusilados y enterrados en las fosas comunes del bosque de Katyn, próximo a la ciudad de Smolensk. Cuatro millones de polacos de la parte del país que anexionó Stalin fueron conducidos a los gulags; apenas uno de cada tres sobrevivió para ser repatriado a Polonia tras la muerte del dictador.
Uno de los "pasatiempos" favoritos de Beria, aparte del espionaje y la "purga" de disidentes, fue también la violación. Durante años se desconfió de la veracidad del supuesto historial de crímenes sexuales de Beria, pero gracias a la desclasificación de los archivos de sus interrogatorios se pudo comprobar que todo era cierto. Según palabras del historiador británico Simon Sebag Montefiore en su obra La corte del zar rojo: "Beria se entregó a una vida sexual draculiana. A menudo es imposible diferenciar entre las mujeres a las que sedujo, las que acudieron a él para defender a sus seres queridos y aquellas a las que simplemente secuestró y violó". Y no sólo eso: en 2003, la embajada de Túnez en Moscú, situada en la antigua mansión de Beria, informó de que durante las obras de construcción de la bodega habían sacado a la luz multitud de huesos humanos, algunos enterrados, otros ocultos entre los muros del edificio.
Beria actuó como brazo ejecutor de Stalin desde 1938 hasta la muerte de éste en 1953. Ya en los últimos días del dictador temía ser señalado como el próximo enemigo del pueblo, puesto que en los últimos años había dado paso a una serie de ideas aperturistas que no gustaron entre los círculos de poder.
Gracias a su posición al frente del NKVD, Nikita Jrushchov logró finalmente hacerse con el mando con la colaboración de los demás miembros del Politburó, y en plena reunión para decidir los próximos pasos que debía seguir la URSS ordenó la detención de Beria. Tras acusarle de traición y de comportamiento antisoviético, el antiguo lugarteniente de Stalin fue condenado a muerte.
El 23 de diciembre de 1953, Lavrenti Beria fue ejecutado con un disparo en la frente. Antes de su ejecución, pidió misericordia de rodillas, pero él y sus colaboradores fueron asesinados en la última de las grandes purgas que tuvieron lugar en la Unión Soviética, poco antes de que se cumpliera el primer aniversario de la muerte de Stalin.
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