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Los niños necesitan aburrirse, pero no tienen tiempo para eso

Por Pablo Cristaldo


Un reciente estudio de la Universidad de Granada concluye que los niños sometidos a constantes estímulos, los cuales aún no están preparados a asimilar podría acarrear problemas cognitivos en el futuro. Los niños necesitan aburrirse, quizás más que nunca.


Foto: Johnny Cohen. www.unsplash.com/es/@jonecohen

Cualquier niño de 10 años actualmente ha recibido más estímulos que cualquier ser humano, generando así a la generación más sobre estimulada de la historia. Esto, obviamente representa un problema.


Un grupo de investigación sobre Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada advierte que "el entrenamiento en tareas demasiado complejas, antes de que el sistema esté preparado para llevarlas a cabo, puede producir deficiencias permanentes en la capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida", esto sumado al hecho del desarrollo de hábitos poco saludables y productivos en el niño.


La sobreestimulación tiene los mismos efectos que cualquier droga. Primeramente se crea "tolerancia", el organismo (en este caso, el cerebro) se acostumbra a esa dosis de estimulación y comienza a exigir más. Por consiguiente, los niños se vuelven cada vez menos sensibles a los estímulos de su entorno cotidiano; la creatividad y la imaginación merman. Luego intentan concentrarse en una actividad en particular y se dispersan, les cuestan dedicar su atención en otras cosas beneficiosas, mientras que sus deseos están enfocados en los estímulos que los mantienen dispersos.


Por estas cosas y por más, es necesario que los niños se aburran, que tengan tiempo para aburrirse.


Algunas actividades no estén controladas o preestablecidas con anterioridad podría ser una alternativa. Incentivar a la lectura, para ejercitar la imaginación, actividades al aire libre, para evitar el sedentarismo, y por supuesto, la parcial (o en lo posible total) privación de dispositivos electrónicos.


Si realmente amamos a nuestros hijos, y queremos que sean personas de éxito, tendremos que asimilar el aburrimiento como una opción saludable. Sacarle la tablet y dejar que se aburra para desarrollar su creatividad e imaginación no es un castigo, es amor.

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