Por Pablo Cristaldo
Como si ser político en Paraguay significa servirse del país para vivir su propio cuento de hadas. A estas alturas ya deberíamos aprender la lección, y la posición en la cual estamos (o debemos estar). Los políticos son servidores públicos, y deben ser tratados como tales.
Uno de los hombres más poderosos del mundo en la actualidad es el presidente ruso, Vladimir Putin. En el Kremlin no hay privilegios más allá de lo que los mismos gobernantes se permiten a sí mismos. Compran su propia comida, pagan por su combustible, hasta ellos mismos se lo expenden sin esperar que los "playeros" lo hagan. En un país donde los niveles de seguridad y honestidad son significativamente mayores que el nuestro, uno puede encontrarse con Putin caminando por la calle sin custodio alguno, y eso tampoco representa problema. Comprenden a cabalidad lo que significa la expresión "servidor público" y lo ejercen con sano orgullo y devoción al pueblo que lo elige. Y no es para menos, ya que el mismo equipo gubernamental está a cargo del país hace más de 20 años, con casi el 100% de aprobación, salvo los infaltables opositores y sus intereses.
Hacer un contraste con nuestros representantes sería ridículo, hasta ofensivo. Ofensivo para Rusia, para Suecia, Finlandia, y otros países que ya superaron la barrera mínima de ignorancia y desidia. No así Paraguay, que por desgracia se nos dificulta pretender a más, por razones obvias.
No podemos reclamar mucho, porque justamente estamos hablando de "representantes" de un pueblo que imprime sus propios vicios en el cuerpo político de turno. Un pueblo que eleva a quienes velan intereses particulares por encima del colectivo. Un pueblo fanatizado por colores y banderas, un pueblo ignorante, indiferente, conformista y mediocre.
No esperemos ver a nuestro presidente caminando por la calle sin custodios; a veces hasta nosotros, "los corrientes", necesitamos un par cada uno. No esperemos a ver que los diputados o senadores estén de acuerdo en hacer "vaquitas" para pagarse el desayuno. No esperemos que los intendentes recorran los distritos en busca de irregularidades a modo de subsanarlos; los candidatos sí, por supuesto, los votos no se piden por delivery.
Los políticos paraguayos no tienen interés alguno en dar buen ejemplo, porque nosotros mismos como pueblo hemos construido un sistema adaptado a ellos, a sus necesidades, a sus ambiciones. Nos hemos colocado como esclavos siendo amos, hemos puesto sobre nuestros lomos el yugo que nosotros mismos hemos fabricado y hemos hecho oligarquía de nuestra democracia. No esperemos más.
Comments