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Medios masivos de comunicación: Un desapego total a los formalismos y la decencia

Los desafíos actuales para los que ejerzan el oficio de informar o entretener ya no demandan mucho apego a la ética profesional. El público, sobre expuesto a un sinfín de información "subidas de tono" demanda más morbo.

Por Pablo Cristaldo


La presión que existe sobre los productores de contenido en los medios de comunicación es asfixiante. Deben "crear" y llevar a cabo programas o artículos que luego son publicados y salen al aire; todo esto dentro de la inmediatez posible. La prisa en informar o en brindar entretenimiento es cada vez mayor, y por ende, se obvian los "filtros" en los que un contenido debiera someterse antes de proceder a su consecuente publicación: Si aporta culturalmente, si carece de morbo o sensacionalismo, si es veraz, si es imparcial, si se compone de todos sus elementos, si está correctamente redactado, etc. A medida que pasan los años estas cosas se convierten, más bien en "obstáculos" que entorpecen el trabajo, y no principios con los que se debe regir un profesional de los medios.


Además, cabe mencionar que muchos profesionales de vasta experiencia y sobrada ética (y altos salarios por méritos) son despedidos de las salas de redacción para dar lugar a personas más jóvenes, manipulables, con destrezas tecnológicas pero con nulo conocimiento institucional y cero experiencia de campo. Según el panelista Joe Skeel, director ejecutivo de la Sociedad de Periodistas Profesionales, las organizaciones de noticias también han reducido el número de personas que trabajan dentro de la sala de redacción en un 30% desde el año 2000, esto nos da un desabastecimiento de materia gris en el ejercicio de las funciones informativas.


Hoy por hoy, es el público quien decide de qué manera trabajan los medios de comunicación, y a juzgar por las decisiones, no le ha ido muy bien a dichos medios en cuanto a aporte de valor. No debemos desmeritar las opiniones de personas probadas en dichas áreas, pero son esas personas las que los medios ignoran, para dar lugar a los requerimientos de un vulgo cada vez más sediento de intrascendencia. La TV, la radio y el internet ofrecen contenidos "a la carta", en un mercado donde no existe prácticamente "comida gourmet", porque ya sabemos, no vende. Quien es deciden ir contracorriente culturalmente hablando deben lidiar con esta triste realidad, y recurrir a opciones menos habituales para informarse y entretenerse.


También es necesario hablar de la inexistente imparcialidad dentro de los medios. Es difícil encontrar personas que informen sin la intención de "forzar" la opinión del receptor con demagogias necesarias para tal efecto. Ya casi nadie interpreta la realidad tal cual es, teniendo en cuenta a los medios. Siempre que tengamos acceso a información de casi cualquier medio actual, podremos notar la intención macro de su director de turno. La política ha permeado en el oficio de informar, llegando a desinformar en pos de intereses particulares. Se ofrecen cuantiosas cantidades de dinero con el fin de "acallar" o confirmar información; en algunos casos en incursión de la más infame hipocresía, puesto que a la hora del trabajo denuncian corrupción por fuera de sus paredes.


El aumento de las redes sociales ha hecho mucho más fácil el trabajo de informar a medias cuidando lo que "el patrón" quiere, más allá si tales medios o fines son lícitos u honorables.


El entretenimiento fuera de cualquier concepto de moralidad o desarrollo cultural y/o espirituales sólo eso, y no trasciende a algo más elevado. De eso está atestada la media y las redes sociales. Intentar marcar diferencia es simplemente no pertenecer a la competencia, y ser desconocidos en la "vox populi". Permanecer en la línea correcta es cuestión de principios y valores bien cimentados.


Si la intención es informar y entretener, evitando "el camino largo" a fin de satisfacer a una mayoría culturalmente perezosa, lamento decir que me parece, a la larga, una mala idea. Como comunicadores no solamente estamos perjudicando el criterio de nuestra audiencia, sino que también nosotros perderemos el pulso en la praxis correcta de llevar información y entretener con contenido sano y nutritivo.


Espero, de todo corazón, que lo que hagamos de ahora en más sea aportar de verdad, y no solamente ver los espacios como motor de lucro y desinterés por la sociedad en la que vivimos. Estamos atestados de basura mediática en todo aspecto, condicionando nuestro pensamiento y conducta, y es necesario marcar la diferencia. Animo a los que leen estas líneas, que sean más selectivos con lo que leen, que cuiden su mente y corazón de contenido dañino. Tarde o temprano habrá quien agradezca la dieta libre de material deprimente, nocivo, amarillo y lleno de malas intenciones. Sepamos qué leer.


Dios dice en Su Palabra que "debemos cuidar nuestro corazón, porque de él mana la vida". Si alguna vez te preguntaste porqué no te sientes bien después de encender el televisor, escuchar la radio, leer los periódicos o visitar infructíferamente las redes sociales, esa sería una de las razones principales de tu incomodidad. Vivir mejor es un derecho humano, pero también es una decisión que se debe tomar para el bien propio y el de nuestro entorno.


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