La administración de Sergio Massa dejó al país al borde de la tercera hiperinflación de su historia, y una magnitud de desequilibrios macroeconómicos semejante a la que hubo durante el estallido del “Rodrigazo” en 1975.
El Gobierno de Javier Milei tomó control de las riendas de Argentina en un contexto en donde los precios aumentan a razón del 1% por día. Esta cifra arroja una tasa de inflación anualizada de hasta el 3.678%, es decir, que si los precios continuaran aumentando al ritmo en que el kirchnerismo dejó al país, entonces en el transcurso de 12 meses se llegaría a una hiperinflación similar a la Hiper de Alfonsín de 1989.
Esta es la verdadera situación de partida para el Gobierno de Milei y el equipo económico de Luis Caputo, una hiperinflación plantada, en proceso de desarrollo, y lista para estallar. De esta manera, las remarcaciones en comercios y supermercados son cada vez más usuales y recurrentes, y la sociedad perdió la noción de los precios relativos.
Muchos comercios no saben a qué precio vender ni cuál es el límite que convalidaría la demanda, ya que no existe ni previsibilidad a la vista de una sola semana. En caso de no vender la mercadería por incorporar aumentos demasiado altos, muchos comerciantes acumulan stocks que compensa la necesidad de reposición, mientras que otros establecen aumentos a priori insuficientes que generan pérdidas a la hora de reponer los productos.
Todo esto dejó un auténtico caos en el funcionamiento del país, y muy por el contrario de las declaraciones que expresó el expresidente Alberto Fernández, la economía que deja el kirchnerismo se encuentra estancada y no funciona.
Pero como si todo esto fuera poco, el ritmo de aumento de precios que deja el Gobierno anterior es tan solo la parte “visible” del proceso inflacionario, es decir, el síntoma atenuado por una serie de controles e intervenciones sobre precios relativos como tarifas, tipo de cambio, combustibles y productos de consumo masivo.
Se acumuló un importante saldo de inflación reprimida, que tarde o temprano tendrá que salir a la luz a través del sinceramiento de las variables económicas. De otro modo, las señales de precios ficticias derivarían de una incorrecta asignación de recursos que provocaría la desaparición de bienes y servicios, una situación de desabastecimiento similar a la que sufre Venezuela desde hace años.
La principal tarea del Presidente Milei será evitar el estallido de esta hiperinflación montada por el kirchnerismo, la cual provocaría efectos nocivos en el tejido social, los salarios reales y el nivel de actividad.
Con información de: derechadiario.com.ar