Por Garret Kell
Los cuervos fueron cuidados por Dios para que pudieran cuidar de Elías. Si eres Su hijo, Dios también cuidará de ti.
¿Proveerá Dios lo que necesito? Todos nos hemos hecho esta pregunta, y no en abstracto. Puede provocar miedo y dolor reales.
Sin embargo, estoy convencido de que la Biblia contiene recursos abundantes en una historia inverosímil:
Elías el tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: «Vive el SEÑOR, Dios de Israel, delante de quien estoy, que ciertamente no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por la palabra de mi boca». Y vino a Elías la palabra del SEÑOR, diciendo: «Sal de aquí y dirígete hacia el oriente, y escóndete junto al arroyo Querit, que está al oriente del Jordán. Y beberás del arroyo, y he ordenado a los cuervos que te sustenten allí». Él fue e hizo conforme a la palabra del SEÑOR, pues fue y habitó junto al arroyo Querit, que está al oriente del Jordán. Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne al atardecer, y bebía del arroyo. Sucedió que después de algún tiempo el arroyo se secó, porque no había caído lluvia en la tierra (1 R 17:1-7).
La historia transcurre durante el reinado de Acab en Israel. Acab era un hombre malo (1 R 16:30). Sustituyó oficialmente al verdadero Dios de Israel por un impostor llamado Baal. Luego volvió los corazones del pueblo hacia este dios falso, hasta que Dios levantó a un profeta para que volviera sus corazones hacia Él. Dios mostró Su poder sobre Baal cortando el suministro de agua y diciéndole a Elías que dejara su casa y esperara provisiones en un arroyo.
Allí Elías se matriculó en el seminario de la aflicción. Su formación no se centró en pronunciar mejores discursos proféticos ni en desarrollar un ministerio más grande. En cambio, Dios le dijo a Elías que confiara en Él, guiándolo con una promesa sencilla: «he ordenado a los cuervos que te sustenten allí». Cada día, eso era exactamente lo que hacía.
Como hijos de Dios, nosotros también podemos tener una gran confianza en que Él cuidará de nuestras necesidades. Estas son cuatro maneras de aumentar tu confianza en Su provisión fiel.
1. Descansa en las promesas de Dios
El Señor no siempre cuidará de ti de la misma manera que cuida de los demás, ni te cuidará siempre como lo ha hecho en el pasado. Pero cuidará de ti.
Jesús nos dice:
Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?… Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mt 6:26, 33).
O como dice Pablo: «Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Fil 4:19).
Los cuervos fueron cuidados por Dios para que pudieran cuidar de Elías. Si eres Su hijo, Dios también cuidará de ti.
2. Recuerda la fidelidad de Dios en el pasado
Dios enseñó a Elías a confiar al principio de su ministerio. Me pregunto cuántas veces pensó más tarde en sus días con los cuervos y se sintió animado a confiar de nuevo en Dios. ¿Cómo Dios ha provisto para ti en el pasado? ¿Cómo ha demostrado Su fidelidad en días pasados? ¿Has pensado en eso recientemente?
Esta lección es esencial porque habrá días en que las provisiones divinas parecerán cesar. Elías lo experimentó cuando «se secó el arroyo» (1 R 17:7). Dios no entrena a Sus hijos para que confíen en Él solo en una sola situación; a menudo cambia nuestras circunstancias para enseñarnos a confiar en Él de nuevas maneras.
Así que cuando te enfrentes a las incertidumbres del mañana, haz que tu corazón descanse en tus recuerdos de la fidelidad de Dios. Escribe los momentos en los que ha sido fiel contigo. Marca esos momentos y compártelos con los demás, e invítalos a compartir sus propios recuerdos de Su fidelidad. Anímense unos a otros a recordar que nuestro Dios siempre es fiel.
3. Prepárate para las provisiones especiales de Dios
Elías estaba sin hogar en un barranco con pájaros que le traían sobras de quién sabe dónde. Qué extraño. ¿Por qué Dios lo envió a una zanja con un arroyo en lugar de enviarlo al poderoso río Jordán? ¿Por qué usar cuervos, animales carroñeros impuros? Seguramente era la última forma en que un profeta judío hubiera sospechado que vendría la provisión. Pero ¿no es así nuestro Dios? A menudo nos pone en situaciones peculiares para que Él pueda ser glorificado en Su provisión peculiar. Elías nunca se saltó una comida en el valle. A través de esa provisión especial, Dios enseñó a Su siervo que cuidaría de él sin falta.
Cuando te sientas acorralado y veas imposible que tus necesidades sean satisfechas, recuerda que Dios siempre cumple Sus promesas, aunque sea de formas peculiares.
4. Regocíjate en la provisión presente de Dios
En tu lucha actual, ten cuidado de no pasar por alto las «mesas» que el Señor ha preparado delante de ti en este momento. No apartes Su plato de gracia para hacer sitio a la preocupación. Jesús dijo «No se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas» (Mt 6:34).
¿Te regocijas por la provisión que Él te ha dado hoy, o estás obsesionado con lo que temes que te faltará mañana? Puede que Dios no nos dé todo lo que queremos, pero siempre nos da lo que necesitamos. Él promete el pan de cada día, no la abundancia diaria. Sí, a veces nos da ambas cosas, pero a menudo debemos atravesar valles oscuros antes de entrar en pastos verdes.
Elías no se puso gordito en aquel valle a las afueras de Jerusalén. Sus bolsillos no se llenaban. Su portafolio profético no mejoraba. Pero su fe se estaba fortaleciendo. Cada vez que su estómago gruñía, su corazón estaba siendo entrenado para decir, en fe: Los cuervos están viniendo, los cuervos están viniendo.
Cuando sentimos la tentación de dudar de la fidelidad del Padre, no tenemos más que mirar a Su provisión de Jesucristo. Todos los dones de la gracia de Dios están pensados, como migas de pan, para llevarnos por un camino hasta una colina llamada Calvario, donde vemos este don supremo: el Hijo que vivió, murió y resucitó para darnos vida eterna. En Él tenemos la promesa inquebrantable de que un día estaremos en ese lugar donde el río nunca se seca, porque fluye del trono del Todopoderoso (Ap 22:1-2).
Con información de: www.coalicionporelevangelio.org
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