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¿Puede la sucia política paraguaya ser útil de nuevo?

Por Pablo Cristaldo


Es una pregunta que no deja de resonar en mi cabeza. Pareciera que no se puede ya hacer más nada para mejorar el ambiente, que ya estamos viciados y que tendremos que aprender a convivir con la corrupción, la política a favor de unos pocos y todo lo que conlleva un sistema enfermo como lo es la política en Paraguay. ¿Cómo hacer que sirva para el bien otra vez?


Imagen: @yomare. Pixabay.

Paraguay tuvo, ciertamente, un muy buen pasar político en épocas antiguas. Éramos un modelo de transparencia y progreso a seguir durante los primeros 130 años de la era independiente, y hoy somos todo lo contrario: un país devastado por una política indolente, sucia, inescrupulosa, que merma progresiva e integralmente la vida del paraguayo promedio. Y así es como, aparentemente, vamos a seguir por mucho tiempo más.


Como siempre lo dije, antes y ahora, con cacerolazos, manifestaciones, incluso hasta inmolaciones en algunos casos extremos, no vamos a conseguir nada en este país. Ya tenemos suficientes experiencias que, lejos de solucionar el problema de raíz, termina en el oparei (en la nada), generando más pérdidas que ganancias. Gente pobre que debe dejar sus trabajos para salir a manifestarse ante autoridades que ya están mentalizadas en ignorar descaradamente a los reclamos. Personas de a pie que deben sortear mil riesgos para ser despreciados, una y otra vez por los inoperantes líderes del momento. Y la historia se repite en un eterno loop (ciclo) cansino y cada vez más frustrante.


Tampoco es garantía que tengamos la opción de ir a las urnas. Sabemos de antemano que, a pesar del hartazgo general, a la hora de la verdad, un dinerito por la cédula no viene nada mal. Mantener con hambre e ignorancia al pueblo parece ser una fórmula efectiva para atornillarse en el poder y seguir dilapidando el dinero público.


Entonces, ¿qué es lo que se puede esperar?, ¿Qué otra esperanza hay para quienes no se conformaron con poco y decidieron ser el cambio tan necesario en medio de tanta dejadez? La respuesta es obvia: mayor participación de todos en la escena política. Ya sea a modo de ejecución o simple molestia para los otros, los que nos consideramos personas implícitamente útiles al statu quo debemos tener mayor protagonismo en los niveles de la política paraguaya. No necesariamente participar de los vicios que ella promueve, sino ser agentes de alta moral y justicia, que equilibren la desigual balanza entre justos e injustos en nuestro país.


Me refiero a apuntar nuestro objetivo en el bien común basado en la moral y la justicia, más allá de cualquier objetivo personal, entiéndase objetivo a la persona en sí. Pienso, por dar un ejemplo acerca de esto, que cuando actores o sectores políticos toman posturas correctas respecto a lo correcto, hay que considerar dichas posturas como meramente "coyunturales". Si los corruptos de turno quieren acompañar eventualmente una política a favor del pueblo, para beneficio del pueblo, pues bien, podremos valernos de dichos sectores para tal efecto. Sabemos perfectamente que las posturas "pro pueblo" se producen cada muerte de obispo, y debemos aferrarnos agresivamente a esta “alineación estelar”.


No estoy proponiendo la transigencia de nuestros valores más caros, es simple oportunismo en pos del bien común, y de lo que es correcto.


Después, cuando se haya consumado la conquista, por pequeña que esta sea, podemos seguir construyendo, y cuando la cosa esté suficientemente instaurada, revisar antecedentes e ir contra quienes hayan ido en el sentido contrario, con todo el peso que la Ley en concordancia con lo que la Justicia nos permita.


Muchos seguimos enemistados con la política en un sentido equivocado. Muchos dicen que el que se mete en política se mete para robar, y aclaramos tajantemente que, la política no fue creada para tal cosa. Si nos remontamos a las primeras expresiones de la política ateniense, por dar un ejemplo, nos daremos cuenta de lo mucho que distamos con ellos en cuanto a la búsqueda del bien común, la justicia, la razón y la moral republicana. Si analizamos las raíces de las palabras "cargo", "candidato", "ministros", entre otros conceptos que comúnmente utilizamos cuando hablamos de nuestro sistema de gobierno (que ni siquiera es puramente democrático, sino más bien, feudal), vamos a caer en contradicciones respecto a lo que creíamos acerca de esos términos y lo que realmente significan, e inmediatamente somos adversos a cualquier posibilidad dentro del terreno político, de forma precipitada, por nuestras erróneas asociaciones de conceptos. Que el clásico político paraguayo, inmoral y ladrón, se dedique a robar y mentir, no quiere decir con esto que cualquier otro sujeto tenga que repetir ese deleznable comportamiento, ni mucho menos verse obligado a ello.


Es por eso que nunca logramos nada, porque somos tontos. Nos hacemos de los politólogos sin ser realmente políticos de oficio, fiscales sin ejercerlo, jueces, sabelotodos, sacando a relucir trapitos sucios de forma totalmente infructífera, porque jamás entendimos el concepto de política. Y en ese interín desacreditamos, juzgamos, y mandamos a la lona en las redes a los políticos en ejercicio, retrasando nuestra propia incursión dentro de la política. Resta decir que no vamos a avanzar mucho con este sistema.


Para la próxima, salgamos al ruedo como verdaderos protagonistas, que en las papeletas figure nuestro nombre, si somos personas morales, correctas y con propósito. Ya no nos limitemos en ser simples seguidores de demagogias, mirar el partido desde afuera, creyendo que nuestro voto inclinará la situación a nuestro favor. Por las evidencias que disponemos sabemos que eso nunca funcionó, ni funcionará en nuestro país. La única manera es que nosotros, al menos, seamos dignas piedras en el zapato de los corruptos; pero si ni siquiera estamos en el camino para ser una piedra real, entonces no pretendamos que sirvamos, al menos, como una bendita molestia.


Ese es el desafío que te pongo. Como diría nuestro Maestro: “Por los frutos os conoceréis”. Con buena reputación, una campaña inteligente, pretensiones elevadas, y la ayuda de Nuestro Creador, podremos lograr, como titulares, lo que nunca pudimos cambiar como suplentes. Capacitate, entrá en la política y buscá la rectitud, mantené esa rectitud, y así el país podrá soñar con sana política, como antaño.

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