| María José Rivera
Pablo afirmó en uno de sus discursos que cuando el rey Saúl fue removido por su desobediencia, el Señor «levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: “He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a Mi corazón, que hará toda Mi voluntad”» (Hch 13:22; cp. 1 S 13:14).
Las palabras dichas por el Señor revelan las características que identificaron a David como un hombre conforme a Su corazón, las cuales están cargadas de significado. Veamos cada una de sus partes:
1) He hallado a David, hijo de Isaí…
Cuando Saúl desobedeció, Dios le quitó el reinado de Israel y anunció al profeta Samuel que había elegido al nuevo rey en Belén (1 S 16:1). El profeta visitó a la familia de Isaí y al ver a su hijo Eliab, Samuel pensó que era el elegido, pero Dios le exhortó a no mirar la apariencia, porque Él mira el corazón (1 S 16:7).
Al final de su búsqueda, el profeta conoció al menor de los hijos de Isaí, David, el que aparentemente era menos importante y que solo cuidaba las ovejas de su padre. No obstante, Dios lo eligió por encima de las consideraciones humanas y lo llamó para servirle, porque su corazón estaba dispuesto para Dios, quien lo ungió con Su Espíritu (1 S 16:13).
David se convirtió en el rey más importante de Israel y por medio de él vendría un Rey cuyo reinado no tendría fin (2 S 7:16). Dios había prometido un libertador para Israel, quien vendría por medio de la tribu de Judá, a la cual pertenecía Isaí, el padre de David.
2) … un hombre conforme a mi corazón…
David experimentó situaciones perturbadoras en las cuales reveló tener un corazón profundamente sensible para honrar al Señor. La forma cómo las enfrentó ha conmovido corazones por siglos. Al leer los Salmos, podemos conocer mejor el corazón de David y las razones por las que era diferente: sus anhelos no pertenecían a este mundo. William Bates decía que David era un hombre conforme al corazón de Dios porque meditaba en Él, porque tenía un corazón y una mente celestial.
La mente de David fue moldeada por su Señor. Por eso soportó persecuciones, se enfrentó al peor gigante o peleó contra osos y leones. Él estaba dispuesto a pensar bajo la guía de Dios y reaccionar de una forma que lo honrara. Los afectos y deseos de David estaban cimentados en la Ley del Señor, la cual había formado su mente y moldeado su corazón, por cuanto se dedicó a dejar que la Palabra de Dios permeara su vida.
Sin embargo, David seguía siendo un ser humano imperfecto y por eso cayó estrepitosamente en ocasiones. En las Escrituras tenemos ejemplos humanos de los cuales podemos aprender, pero al final, sus vidas imperfectas siempre nos recuerdan que solo hay Uno que es perfecto (He 4:15).
David incurrió en pecados al dejarse llevar por sus propios deseos. Vulneró la vida de una mujer y la embarazó. Además, mintió y asesinó al esposo, para que sus actos pasaran desapercibidos. Sin embargo, David fue confrontado por su pecado, al igual que Saúl. La diferencia entre ambos estuvo en su respuesta a Dios. En el caso de David, el Salmo 51 revela las palabras de un corazón arrepentido y quebrantado. Cuando él entendió su pecado no soportó concebir la idea de perder su relación con su Pastor (Sal 23).
3) … que hará toda mi voluntad.
Es precisamente ese entendimiento de su pecado el que nos permite ver cómo David hizo «toda la voluntad de Dios». Esto no se dio porque fuera perfecto, sino porque en medio de su propia naturaleza caída entendió que necesitaba volver en arrepentimiento al Señor.
Desde su condición de pecador, David comprendió que —sin importar en qué etapa de su vida estuviera— necesitaba someter su voluntad al Señor, para hacer lo que Él le ordenaba. Por eso vemos que David añoraba honrar a Dios y descansaba en Su cuidado, se presentaba ante Él para consultar cuáles batallas enfrentar y cuáles proyectos desarrollar, y —cuando caía en pecado— se volvía a Él con todo su corazón (p. ej.,1 S 23:2; 24:10-13).
Corazones quebrantados
El rey más importante del pueblo de Israel no estuvo libre de pecado. Sin embargo, buscó con fervor a Dios para obedecer con un corazón arrepentido de manera genuina.
David comprendió el impacto que tenía meditar en la ley de su Señor y cómo lo acercaba a Él. Cuando se vio alejado por causa del pecado, se desesperó por volver y su corazón fue profundamente quebrantado al comprender el significado de sus acciones.
Debemos reflexionar sobre el corazón de David, porque cada uno de nosotros también tiene un corazón caído y débil. Necesitamos regresar a las Escrituras y dejar que permeen nuestros corazones. También necesitamos un corazón quebrantado que reconozca su pecado y vaya a la cruz para clamar por misericordia y perdón. Esto será posible si entendemos que, por la obra incomparable de Jesucristo, podemos ser restituidos en el gozo de nuestra salvación y que nunca seremos expulsados de la presencia de nuestro Señor y Salvador.
Con información de: www.coalicionporelevangelio.org
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