Una semana histórica para la sociedad norteamericana, a diferencia de Latinoamérica, que con la victoria de Petro, en Colombia, muestra preocupantes tendencias a la nefasta izquierda en lo porvenir. Esta vez, EEUU nos muestra el camino correcto.
Por Pablo Cristaldo
El largometraje animado Lightyear, un spin off sobre las aventuras del icónico personaje de Toy Story, que prometía ser la apuesta más ambiciosa de Disney y Pixar, y cuyo presupuesto final rondaba los 200 millones de dólares, cifra jamás alcanzada por otro filme de animación, finalmente fue un rotundo fracaso.
Y eso no fue debido a que la producción carezca de calidad, efectos o promoción, fue debido a que, de manera forzada e insolente, agregaron argumentos y escenas de tinte lésbico, además de un beso entre dos personajes de sexo femenino que, obviamente, buscaban persuadir a un público infantil sobre la "normalidad" de esta práctica; algo que, por supuesto, los padres de familia no lo iban a tolerar.
Parece ser que a los productores de esta película aún no les viene la realidad encima. Aunque lo nieguen o intenten modificar, el colectivo LGBT, quienes abrogan por estas faltas de respeto, no quieren ver que la familia tradicional (la base de cualquier sociedad) es y será siempre mayoría en el mundo entero. Pretenden que sólo por tener el dinero y los espacios masivos de comunicación van a convencer al público masivo de que un comportamiento totalmente aislado como lo es la homosexualidad, es una norma que debemos avalar, cuando ni los Estados, desde sus bases hasta sus altos estratos, ni el sentido común nos dictan tal cosa.
Lo cierto es que este público se manifestó, y de manera pacífica e inteligente, mostró su total desaprobación a este despropósito de filme no asistiendo a su avant premiere , y de la misma manera que muestra su desaprobación al aborto, como es el caso de la Ley Roe vs Wade, ley que fue finalmente revocada, eliminando el derecho al genocidio en los EEUU.
Esta ley asesina asoló a país del norte por décadas, provocando un crimen asistido sin precedentes en la historia. La Corte Suprema dictaminó que "el aborto ya no es un derecho constitucional" derivando, así, la responsabilidad hacia las mujeres que lo quieran practicar, que por cierto, dicha responsabilidad nunca debió ser derivada en nadie más.
Mientras tanto, la izquierda gana terreno en Latinoamérica. Con la victoria en las urnas de Gustavo Petro, conocido vinculado con el gobierno de Nicolás Maduro, además de otros países sumidos en el manto obscuro del progresismo como el caso de Chile, Argentina, Bolivia, Perú, y propiamente Venezuela, últimamente Colombia, se enturbia el panorama político y social de América. Bien se debe aprender de países que están corrigiendo el rumbo, como actualmente lo hace EEUU, y la sorprendente nación de El Salvador.
Así vemos que el la sensatez y el temor de Dios está volviendo a cuentagotas en los Estados Unidos; un país históricamente regido por principios bíblicos, que paso a paso vuelve a sus raíces, a las mismas raíces que lo convirtieron en la potencia que aún es, y cuya esencia es digna de ser conservada. Dios, libertad, patria y familia.
