top of page

Somos lo que creemos

Opinión hecha por: Pablo Cristaldo

A menudo nos encontramos en situaciones donde lo objetivo nos hace tomar decisiones, tener evidencia tangible de algo y analizar nuestra situación desde el ámbito meramente material, donde la intuición está limitada a lo que podemos ver o tocar, pero existen igualmente ocasiones, donde se requiere de algo más, algo que escapa a nuestros sentidos, a modo de anticiparnos a una verdad, que irremisiblemente hemos de enfrentar, una necesidad inherente a todo ser humano de buscar y encontrar lo más trascendental, una inclinación hacia lo eterno, lo inmaterial. Si bien es cierto muchos viven con lo primero, lo que podemos definir como “científicamente probable”, también pueden emerger dentro del intelecto preguntas que requieran imaginación, probabilidad, o teorías aún no demostrables. En fin, nadie puede escapar de estas cuestiones tan propias del ser humano, y sin las cuales es imposible tener una cosmovisión acabada para todas las decisiones que debemos tomar en nuestro “ecosistema”.

La Enciclopedia define el término creencia como “un estado de la mente en el que un individuo supone verdadero el conocimiento o la que tiene acerca de un suceso o cosa; cuando se objetiva, el contenido de la creencia presenta una proposición lógica, y puede expresarse mediante un enunciado lingüístico como afirmación. Básicamente creer significa “dar por cierto algo, sin poseer evidencias de ello”.

Si consultamos otras fuentes de información, y su concepto dentro de lo enciclopédico, casi todas concuerdan que una creencia no es más que una especie de paradigma basada en la fe, y que no posee fundamento racional o empírico que lo avale, además de germinar en el interior del ser humano sin factores externos que apoyen el pensamiento o la convicción. Personalmente no estoy de acuerdo del todo con esta afirmación, y las razones por las cuáles no estoy de acuerdo se centran en que no toda creencia carece de sentido o evidencia filosófica o científica, no las voy a explicar a fondo en este texto, debido a la enorme cantidad de argumentos que se pueden exponer a favor o en contra. Necesito exponer un tema en particular y hacer apologética sobre ese tema en particular para ser claro, y esa aún no es la intención en este preciso momento, pues no pretendo entrar en el plano religioso, que el sentido común y la buena intención hablen.

Lo cierto es que, de alguna manera, nuestras convicciones, sean tangibles o no, determinan nuestros pensamientos, ergo, nuestras decisiones y acciones. En la arquitectura de nuestro sistema de creencias, puede ser de cualquier índole. Existen fuentes de las cuales nos alimentamos, quedan a luz creencias y pensamientos, a partir de allí se diseñan y ejecutan comandos que nos dirigen hacia la dirección en la que, actualmente, corremos en cada una de nuestras vidas. Si tenemos pensamientos de bien, tomaremos decisiones de bien. Si tenemos pensamientos de guerra, pues cosecharemos decisiones bélicas en el amplio espectro de la palabra. Cada pensamiento, fundado o no, impulsan a cada persona a ser lo que es y actuar como lo hace. Obviamente, como está expuesto, estos pensamientos fueron fabricados con la materia prima del consumo mental que hemos hecho, con el material que estamos introduciendo a nuestras mentes, y posteriormente, a nuestro corazón.

Como dice el dicho popular: Se es lo que se come; no resulta para nada profano modificarlo y dejarlo de la siguiente manera: Se es lo que se cree.

Debemos tener cuidado de nuestro proceso industrial del pensamiento, desde la adquisición de esa materia prima, hasta llegar al producto final. Somos una fábrica de decisiones y acciones, la mente nunca cesa de fabricar, procesar y dar al público un producto, que a veces resulta un acabado fino y elegante, y a veces resulta un ridículo, que nos puede llevar a la quiebra total.

No hace falta hacer exposición para darnos cuenta que muchas personas no tienen el mínimo cuidado en ese proceso, cae de maduro entenderlo al ver a nuestro alrededor y percatarnos de la decadencia que nos circunda en muchos aspectos. Marquemos la diferencia creyendo y pensando lo correcto.

Sano consejo, cuidemos nuestro sistema de creencias, y optemos por el más eficiente, entendámosla y defendámosla con contundentes argumentos; tal vez alguien más la adquiera y se mejore a sí mismo, produciendo cambios significativos en su entorno, pensando y decidiendo correctamente, en conjunto. Cada una de nuestras vidas es irrepetible, no existen exámenes complementarios, creamos o no que existan otras después de ésta.

0 views0 comments

Recent Posts

See All
bottom of page