| Gerson Morey
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1:9).
El pecado ofende a Dios y necesitamos confesarlo cada día para recibir perdón. El perdón diario fluye de la fuente misma del calvario, donde Cristo pagó con Su sangre el castigo que nuestros pecados merecían.
Pero lo peligroso del pecado no solo es la transgresión de una ley, sino también su poder contaminante y corruptor. Debemos recordar que el pecado ensucia al pecador y endurece su corazón. Afecta nuestra capacidad para confiar, amar y gozarnos en el Señor.
El pecado ensucia nuestra visión de Dios y reduce en gran manera nuestra habilidad para seguirle y deleitarnos en Él. Por eso necesitamos Su perdón, para ser lavados y purificados por el Señor.
Después de pecar, el rey David confesó su pecado con estas palabras: «Lávame por completo de mi maldad y límpiame de mi pecado» (Sal. 51:2). Él conocía el poder contaminante del pecado y su oración es una expresión de esa conciencia. Por eso, luego le pide: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio» (Sal. 51:10).
En nuestro texto para hoy, el apóstol Juan dice: «Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad», y dos versos antes nos dice que la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado (v. 7).
La sangre que nos salvó en la cruz es la misma que nos limpia de culpa y contaminación día tras día. Su sangre preciosa todavía es abundante, eficaz y suficiente para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.
Corramos a esa misma fuente donde la sangre sigue fluyendo, porque allí seremos perdonados y purificados de la contaminación del pecado. La sangre de Cristo nos libra y nos santifica. Su sangre es perdón y purificación.
Con información de: www.coalicionporelevangelio.org
LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA
La Oración del Señor | R.C. Sproul
Sproul dice que la intención de Jesús al dar a sus discípulos el Padre Nuestro era darles un modelo a seguir, principios que les guiaran a tener una conversación con Dios. En otras palabras, quería enseñar sus discípulos a como orar. Este libro lleva al lector a tener un entendimiento más profundo de los tópicos de esta oración. El último capítulo incluye preguntas y respuestas relacionadas con la oración.
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