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Todo tiene su significado: ¿Por qué el vestido de novia es blanco?

Updated: Jun 5

En la actualidad, si piensas en una novia llegando al altar, seguro que te la imaginas con un vestido de novia blanco. Quizás no sabes por qué tradicionalmente es blanco. En la Antigüedad los ha habido de todas las tonalidades.

Novios bailando. Foto: Multimedia de Wix.

En relación con el color del vestido de novia, en la Grecia Clásica era costumbre que la mujer se casara con un vestido de color amarillo muy vivo.


Y en la Antigua Roma, existía la costumbre de que la novia acudiese a la ceremonia de casamiento con un manto de color naranja o color azafrán.


En la Edad Media el color del traje de novia era el rojo, color que se mantuvo hasta el siglo XVIII, en que las novias comenzaron a vestir de blanco, como símbolo de pureza y castidad.


También llevaban flores blancas, un ramo de azahar como remate de la blusa y sombrero, atuendo que no llevaban las novias que iban al altar una vez perdida la doncellez.


Eran las bodas urbanas, porque en el campo seguía optándose por el traje regional o por un vestido sencillo de paño negro.


En Inglaterra y Francia la práctica de vestir de blanco estaba muy extendida ya en el siglo XVI.


Se quería manifestar así la pureza, requisito indispensable en el matrimonio entre miembros de la nobleza, por lo que el color blanco se convirtió ya en el siglo XVIII en el color indiscutible para el vestido de boda, consagrándolo como tal la famosa revista parisina de la época Journal des Dames.


A partir de entonces, las novias han elegido entre diferentes tonalidades del blanco, desde el blanco puro al color cáscara de huevo, blanco roto, blanco marfil y blanco azulado. Ni siquiera las modas han podido con las costumbres y los símbolos.


El color seguía teniendo importancia. En las primeras décadas del siglo XX se reglamentaron los colores relacionados con los enlaces matrimoniales: para el cortejo de damas de honor de la novia se consolidaron el rosa y el azul. Y, una antigua regla de etiqueta seguía prohibiendo a los invitados acudir a la ceremonia y al banquete vestidos enteramente de blanco o de negro. Se recomendaba asimismo que la corbata o la pajarita de los caballeros fueran blancas.


La Reina Victoria inició dos grandes tendencias en la moda durante su vida: el negro total para el luto y los vestidos de novia blancos (pese a que el negro llevaba vistiéndose para el luto desde los tiempos de Roma en Occidente, la Reina Victoria lo elevó a otro nivel). Hasta que ella llegó las novias de la realeza llevaban vestidos de novia de diferentes colores, con el rojo entre los más populares, mientras que los vestidos blancos estaban reservados para las mujeres que estaban siendo presentadas en la corte. Decidida a dejar su propia huella, la Reina amante de la moda eligió un vestido no tradicional y una corona de flores para su boda con el Príncipe Alberto el 10 de febrero de 1840, en el que según dijo fue “el día más feliz de mi vida”.

El vestido fue confeccionado con seda satinada color crema de Spitalfields e incluía un volante de encaje de Honiton en el cuello y las mangas, y junto a su cintura estrecha, sus enaguas de crinolina y sus adornos de encaje hoy día sigue siendo considerada la silueta “clásica” de vestido nupcial en el Occidente.


En cuanto se extendieron las noticias de la boda de Victoria la imitaron otros líderes europeos. Los nuevos vestidos fueron notablemente lujosos: lavar la ropa en el siglo XIX era agotador y los vestidos blancos eran difíciles de mantener. Al contrario que ahora, los vestidos de boda se vestían varias veces a lo largo de una vida; incluso la Reina Victoria utilizó el suyo para otros eventos. Con el aumento de la popularidad de los vestidos blancos para las bodas, estos adquirieron un nuevo simbolismo: el color empezó a ser sinónimo de pureza e inocencia, además de riqueza. Asimismo, el blanco lucía bien en las primeras fotos en blanco y negro o en tonos sepia.


No obstante, la democratización de los vestidos de novia blancos entre las casadas de la clase media europea y estadounidense tardaría aún unas cuantas décadas. Hasta entonces, muchas mujeres simplemente se pusieron su mejor vestido en el día de su boda. Cuando la sociedad prosperó tras la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y la ropa se hizo más barata de producir, el vestido de novia blanco y de un único uso – así como la lujosa fiesta para presumir de él – se convirtió en algo característico de las bodas.


Los retratos de las bodas de Hollywood, así como la rapidez y facilidad con la que la gente pudo ver las fotografías de las bodas de las celebrities, ayudaron a cimentar la idea según la cual el matrimonio requería de un vestido blanco.


En 1956, el metraje y las fotografías de Grace Kelly con su vestido de novia hecho de encaje, perlas y tul dieron la vuelta al mundo rápidamente. En 1981, 750 millones de personas vieron a Carlos, el Príncipe de Gales, casarse con Lady Diana Spencer con su vestido de tafetán de seda color marfil con una cola de casi 8 metros de largo diseñado por David y Elizabeth Emanuel. Más recientemente, el vestido de Kate Middleton de Alexander McQueen por Sarah Burton y el de Meghan Markle de Clare Waight Keller para Givenchy inspiraron copias de la noche a la mañana.


Y luego está la tradición de cerrar los desfiles de alta costura con un vestido blanco de novia. Los diseñadores llevan mucho tiempo haciendo vestidos de novia para clientes particulares y, durante la primera mitad del siglo XX, estos vestidos tuvieron a veces un hueco en los desfiles de las colecciones de verano. El vestido de novia blanco de Jeanne Lanvin diseñado para la boda de su adorada hija Marguerite Marie- Blanche con el Conde Jean de Polignac en 1924, es un ejemplo enternecedor. Pero la idea de cerrar un desfile de alta costura con un vestido blanco de novia podría haber empezado en los años 40 o 50. En cualquier caso, para 1957 ya se había convertido en una tradición – un artículo de Vogue de abril de ese año afirma que “las colecciones de primavera de París… tradicionalmente se cierran con la presentación de un vestido de novia”.


Algunas de estas piezas espectaculares, como el vestido de novia con forma de capullo de Yves Saint Laurent en 1965, se han hecho icónicas. Hoy, incluso en culturas en las que los vestidos de novia blancos no son la norma, como la china – tradicionalmente el rojo simboliza buena suerte y prosperidad – algunas novias se ponen vestidos blancos para las fotografías oficiales. Y aunque el vestido blanco a veces se sustituye con un traje blanco de pantalón, el color sigue siendo la elección predilecta a la hora de celebrar una unión. No obstante, unas pocas bodas de celebrities más recientes podrían iniciar una ruptura con esta tradición. El vestido rosa pastel de Reese Witherspoon para su boda en 2011 aumentó las ventas de vestidos de boda en tonos pastel en algunas de las boutiques de novia más consolidadas de Norteamérica; mientras que en la pasarela Adut Akech cerró el desfile de alta costura de otoño-invierno 2018 de Chanel con un traje de tweed de dos piezas en color verde menta. Casi 180 años después de la boda de la Reina Victoria, puede que haya llegado el momento de traer algo de color de vuelta a este gran evento, al fin y al cabo, la castidad y la pureza son virtudes, no colores.


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