Un error que resulta habitual es la de guardar directamente las ollas con la comida sobrante en la nevera, ya sea por la comodidad o por el desconocimiento que esto implica.
Una olla o cazuela no está fabricada ni pensada para conservar alimentos durante un largo periodo de tiempo. No cumple con las condiciones adecuadas, ya que el ambiente frío y húmedo de la nevera, no resulta una buena combinación con el aluminio o acero del cuál están hechas. Estos materiales aceleran el proceso de oxidación, lo que puede afectar a las propiedades de los alimentos, y ser dañino para la salud. El mejor tipo de envase para conservar alimentos en la nevera son los de plástico.
Otra recomendación es la de evitar introducir comida caliente en el frigorífico, sobre todo, alimentos que acabemos de cocinar y estén muy calientes. En estas situaciones se incrementa la temperatura en el interior del alimento, lo que estropeará potencialmente al resto de alimentos almacenados.
Aunque varía según la temperatura ambiente, el tiempo máximo al que debemos dejar enfriar el alimento fuera de la nevera, es de dos horas. A partir de ese momento, comienza el proceso de descomposición, en la que la calidad y salubridad de los productos se resienten.
Lo más recomendable es la de pasar los alimentos a recipientes más pequeños, con lo que se acelera el proceso de enfriamiento y el calor quedará neutralizado lo más rápidamente posible. Incluso si la nevera cuenta con una función de enfriamiento rápido, el compresor podrá funcionar lo antes posible y acelerará el descenso de la temperatura.
Un truco para introducir alimentos todavía calientes es la de intentar enfriarlos previamente, por ejemplo, poniendo la olla sobre un recipiente con agua para que se rebaje la temperatura.
Es importante recordar que el tiempo de la conservación de los alimentos tiene un límite, aún cuando el frío de la nevera o el congelador ayude. Sobre este tema, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) realizó una exhaustiva investigación hace unos años.
Según la OCU una vez hemos abierto el envase, la mayoría de los alimentos aguantan en buenas condiciones un par de días, aunque siempre hay que taparlos con plásticos o cerrarlos con pinzas y conviene colocar una etiqueta con la fecha de apertura para que no se nos olvide. Aunque si sabemos que vamos a tardar más de dos o tres días en consumirlos, lo mejor es optar por congelarlos. Además, debemos evitar tocarlos con las manos sucias o dejando cubiertos que tengan restos de alimentos.
Con información de: www.65ymas.com