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Tu gato podría ayudar a solucionar un crimen

Una nueva investigación sugiere que los felinos podrían ser fuentes de pruebas cuando se comete algún delito. La clave estaría en el ADN que porta el animal. En los últimos años, el análisis del ADN se ha perfeccionado hasta tal punto que incluso rastros diminutos de material genético sirven para investigar la escena de un hecho delictivo.

Imagen ilustrativa / wix.com

¿Muchas veces te da la sensación de que tu gato sabe más de lo que parece a simple vista? Es posible que estés en lo cierto y que tu mascota esconda secretos que no te esperas, como la identidad de la persona que ha entrado a robar en tu casa hace unos días. Esta es la conclusión a la que se ha llegado en un reciente estudio.

El estudio se ha publicado en Forensic Science International: Genetics Supplement Series y es el primero que analiza cómo las mascotas y, en concreto, los gatos podrían contribuir a la transferencia de ADN en la escena de un crimen.

Los seres humanos vamos desperdigando nuestro ADN por allí por donde pasamos: se nos cae pelo, células muertas… incluso el leve contacto con un objeto dejará rastro de nuestro material genético. ¿Y qué tienen que ver los mininos en todo esto?

La respuesta está en su pelaje y es que el del gato puede contener una cantidad suficiente de ADN que haya “derramado” alguien que haya estado cerca de él. Por tanto, aunque el animal te pueda contar poco acerca del ladrón que entró en tu piso y te desvalijó, sí que podría ayudar a identificar al autor del delito.

"La recogida de ADN humano tiene que ser muy importante en las investigaciones de la escena del crimen, pero faltan datos sobre los animales de compañía, como los gatos y los perros, en su relación con la transferencia de ADN humano", dice la forense y autora del estudio, Heidi Monkman, de la Universidad Flinders de Australia. "Estos animales de compañía pueden ser muy relevantes a la hora de evaluar la presencia y las actividades de los habitantes de la casa, o de cualquier visitante reciente en la escena".

El ADN táctil, que se obtiene de una superficie que no ha tenido que ser tocada necesariamente por el sospechoso, no es suficiente por sí solo para identificar a alguien, pero sí que se puede emplear para respaldar otras pruebas o, incluso, descartar personas. Es aquí donde entran en juego los gatos, pues las células que se han desprendido de la piel de alguien o los pelos que se le han caído pueden haber aterrizado en el pelaje del animal.

En el presente estudio han participado dos forenses y una experimentada investigadora de escenas del crimen. También 20 gatos de 15 hogares. Los científicos se acercaron a los domicilios y tomaron muestras de las mascotas, concretamente del pelo del lado derecho de cada gato y ADN de todos los participantes humanos salvo un niño. A continuación, se procesaron los hisopos de los gatos y las muestras de ADN de los humanos.

Además, los participantes humanos tuvieron que rellenar cuestionaros acerca del comportamiento y hábitos diarios de los gatos. Esto incluía la frecuencia con la que la mascota era tocada, y por quién, en el hogar.

Los científicos encontraron niveles detectables de ADN en el 80 % de las muestras de los gatos. No hubo diferencias significativas entre la cantidad de ADN presente y el tiempo transcurrido desde el último contacto con un humano, tampoco si el gato tenía el pelo más o menos largo.

El equipo fue capaz de generar perfiles de ADN del 70 % de los animales del estudio que se podían interpretar lo suficientemente bien como para poder vincularse a un humano. La mayor parte del material genético procedía de personas que vivían con el gato. Sin embargo, en seis felinos se detectó ADN humano desconocido.

De esos seis gatos, dos habían pasado mucho tiempo en la cama del niño al que no se le tomaron muestras de ADN, lo que explicaría el misterio. Se desconoce, eso sí, de dónde viene el ADN no identificado de los cuatro gatos restantes. Lo curioso es que ninguno de los hogares había recibido visitas durante al menos dos días antes de tomarse las muestras.

Otra curiosidad del estudio fue el de un hogar en el que vivían dos personas y dos gatos. Uno de los mininos era un gato esfinge, que no tiene pelo, y el otro un ragdoll de pelo corto. Pues bien, el gato calvo tenía ADN de un tercer humano desconocido y el gato peludo, no. Ambas mascotas habían interactuado de la misma manera con los humanos del hogar.

Las posibles fuentes podrían incluir el transporte directo del ADN de un humano como, por ejemplo, al acariciar, o por el cepillado del gato contra una superficie contaminada. El ADN también podría haber permanecido desde la última vez que el gato tuvo contacto con un visitante.

"Se desconoce el modo de transferencia de este ADN al gato, y su persistencia en ellos", escriben los investigadores. "Es necesario seguir investigando sobre la transferencia de ADN humano hacia y desde los gatos, y la persistencia del ADN humano en los gatos y lo que puede influir en los diferentes niveles de ADN encontrados en los gatos, como los hábitos de comportamiento, y el estado de muda de los propietarios".


Con información de: muyinteresante.es

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